Miguel Ríos: «Estoy muy contento de no haber olvidado mi clase social»

Miguel Ríos publica «Un largo tiempo», un disco acústico con el que se enmienda a sí mismo doce años después de anunciar su retirada. «Soy un yonkie de los aplausos», reconoce el artista español, que tras más de cincuenta años de éxitos se enorgullece de no haber olvidado su clase social.

«Tengo mucha ilusión porque vuelvo con una propuesta que no se parece a lo que he hecho antes. Además es que no sé hacer otra cosa, es lo que he hecho toda mi vida, para lo que me cuido, por lo que no engordo. No es que sea mi constitución, es que paso hambre por ustedes», comenta entre risas Ríos, que cumple 77 años en junio, en una entrevista con Efe.

PREGUNTA: En 2010 hizo la gira «Bye, bye Ríos» y ahora vuelve a sacar disco y anuncia conciertos. ¿Qué ha pasado?

RESPUESTA: El ser humano está lleno de contradicciones y enmendarse a sí mismo es de las cosas más bonitas que se pueden hacer. Cuando te retiras de cantar no es como cuando te retiras del andamio, si te llaman para un concierto o una gira solidaria, vas y lo haces. Pero tenía intención de dejar las giras porque no me salían canciones nuevas. Completar mi último disco de estudio, «Solo o en compañía de otros», me costó dios y sangre. Estaba un poco la vaca seca y pensé que darle más vueltas a la mandolina era absurdo. Pero como reconozco mis pecados la gira empezará con «Hello, Ríos», que es una revisitación del «Bye, bye Ríos» contando todas estas cosas, que te vendes por un aplauso.

P: Sin embargo ahora saca este disco de temas nuevos y versiones, entre otras «Viene y luego va», de un tema de Pearl Jam por el que creo que ha recibido la felicitación de su cantante, Eddie Vedder.

R: Me llevé una sorpresa increíble, Vedder me parece uno de los mejores cantantes del planeta. Todo viene de que yo le mandé la canción a Javier Bardem, y él se la envió, y la respuesta del tío fue la hostia. Es una anécdota que tiene el sentido del corazón tan enorme, que necesita dos pechos, que tiene Bardem.

P: Es un disco de temas muy bluseros, muy esenciales.

R: Si la esencia del tema está ahí, y de verdad has conseguido esa desnudez, no la vistas más, la canción necesita estar desnuda. La época opuesta fue la de Hispavox. Era terrible ir a los bolos con cuatro músicos y tratar de reproducir lo que hacía con treinta en el estudio, me costaba un esfuerzo titánico. Como performer tenía que dar mucha talla para suplir lo que la gente había oído. Ahora 77 años te permiten esta rugosidad, el mostrar las arrugas del tiempo sin tener que maquillarte demasiado.

P: Una de las canciones es «El blues de la tercera edad», en la que habla de problemas como la soledad. Hace unos años fue a manifestaciones contra los recortes de pensiones. ¿El artista debe estar pegado a la realidad social?

Estoy muy contento de no haber olvidado mi clase social ni haber querido pertenecer a otra. Y además lo hago en contraposición a que los ricos son los que han defendido más su clase, los que han peleado más para que entre poca gente en su gueto. Pero la dignidad de la gente que no tiene nada es la que más me interesa.

Creo que las personas tenemos el derecho y también el no derecho a hacer lo que queramos, tanto a manifestarnos a favor o en contra o ser mediopensionistas. Nace con la persona, no con la profesión.

P: A usted el éxito fulgurante en todo el mundo le llegó muy joven con el Himno a la Alegría ¿eso le diferenció de otros artistas de su generación?

R: No, lo que pasa es que no han durado tanto tiempo. Toda la gente que empezamos alrededor de los 60 y tocábamos en el Price es la misma, pero yo tengo un sentido de la resistencia que no sé de donde sale. No sé ni cómo no lo dejé antes, cuando hubo años y años sin éxito. Decía Borroughs que el secreto del éxito era permanecer en escena y si lo piensas seriamente es así. Si tú te quedas y vas aprendiendo lo que haces, porque quedarte es seguir en el aprendizaje, acabarás sabiendo lo que estás haciendo. EFE