La misión de gobernar

Hugo Darquea López

Una vez que se han definido los campos electorales con sus consecuencias debemos saber asumir las responsabilidades que imponen las necesidades sociales. Los resultados de las elecciones definen un proceso que debe ser honrado. El  Presidente  Lasso debe acertar desde la misma selección de sus ministros.  El cambio institucional es un deber de los elegidos. Una prioridad  de gran trascendencia es la educación. Recuerdo que en los tiempos de la  escuela se respondía a un planteamiento de base asumiendo que  los mejores años para aprender son los primeros, aquel tiempo de las conciencias limpias, entonces los valores se siembran con las primeras palabras. Todo en una secuencia limpia y lógica que asciende desde la inocencia a la complejidad de la vida con sus avatares.  La vida se la recibe y la existencia humana se la construye en el día a día.

Lo que se siembra en el hogar es  la respuesta que debe ser cumplida.  La honestidad con esa pizca de bondad son los valores que iluminan la mente de cada persona y que  son  suficientes para construir los mundos propios y  contribuir a los ajenos. El tiempo nos ofrece las respuestas de la solidaridad y de la justicia pero también de la corrupción y del delito, entremezclados como el trigo y la cizaña.

  
Hoy, tenemos la posibilidad de cambiar los modelos y programas de estudio,  desde los años tempranos de la escuela hasta los niveles de la Universidad, se da la continuidad formativa de la personalidad. En tal virtud el acierto del Presidente en la selección de su equipo ministerial,  es un paso necesario que  debe centrarse en los principios fundamentales del civismo,  en nuestra Historia de libertad y en la puesta en marcha de la investigación científica y del desarrollo integral del trabajo y de la producción. Y se debe rectificar cuando es necesario, Ese es el  camino para construir la prosperidad.  (O)