Esta frase se usa cuando dos personas contraen matrimonio y todo se ve color de rosa. Se aplica también a inicios de tareas de diversa índole, como un período presidencial. Sin actuación, no se puede hablar de errores y priman expectativas positivas en el futuro. Debe pasar un tiempo para que decisiones concretas se realicen, que, como todo lo humano, tiene defensores y detractores. En los inicios hay una alianza de la derecha vencedora con las organizaciones indígenas que en los comicios tuvieron la más elevada votación desde que incursionaron en política, lo que supera el tradicional menosprecio de los blancos a los indios.
La diversidad con frecuencia genera hostilidades entre grupos diferentes por la tendencia a que tenga fuerza el etnocentrismo, es decir la creencia de que la cultura de que uno es parte es la única verdadera y correcta, y las diferencias de los otros son errores que deben “corregirse”. Recordemos que luego de la conquista se ha prolongado la tendencia de que los blancos que detentan el poder deben “civilizar” a los indios, entendiéndose por civilización la renuncia a los rasgos que conforman su identidad y la incorporación forzada a la de los vencedores. Con el desarrollo de la antropología cultural, ha cobrado fuerza el principio de que cada cultura tiene sus valores y que hay que llegar a una comprensión mutua a que funcione realmente la interculturalidad.
Se ha dado una oportunidad de mucho peso para que de las declaraciones se pase a los hechos. En la transmisión del mando se dio un importante hecho simbólico: que la presidenta de la asamblea, representante de las organizaciones indígenas, tome juramento y coloque la banda al presidente electo, blanco tradicional. Anhelamos que no sea algo simbólico, sino que, en el gobierno esta unión no sea una coincidencia sino una realidad. Hostilidades entre diversas culturas es negativo. Cada una tiene componentes positivos de que carecen las otras. Hay que unir esos elementos para que el deseo de “eterna luna de miel” se mantenga.
