“Don Sebas” impulsa el amor por la tricolor

Sebastián Cajamarca vende banderas del Ecuador para ayudarse con los gastos.

Se dice que cada momento tiene su oportunidad y que nunca es tarde para construir un nuevo sueño. Sebastián Cajamarca es un ejemplo. Su discapacidad, a raíz de un accidente de tránsito, no representó un obstáculo para emprender un nuevo negocio a sus 71 años.

La participación de la Selección Nacional en las Eliminatorias y Copa América le motivó a vender banderas del Ecuador. Miden 50×40 cm y son elaboradas de tela. Las expende por cinco dólares en el departamento que arrienda en la calle Vega Muñoz 16-28 y Miguel Vélez. También se da modos para llevar a domicilio previo reserva al 0991812555.

“Don Sebas” -como le conocen sus amigos- confiesa que, al no tener gran movilidad, le da “miedo salir a la calle”. Teme a que le roben o que la Guardia Ciudadana le quite la mercadería. Hasta la tarde de ayer había vendido 10 de las 60 que tenía en stock.

“Uno por lo menos saca para un almuercito, para un cafecito. Yo soy de las personas que no me gusta estar sentado que me llegue la muerte encima, siempre me ha gustado trabajar, no me gusta quitar el derecho a otras personas que se merecen y están estirando la mano en la puerta de la iglesia (…) Una persona cuando tiene una discapacidad necesita apoyo más no compasión”.

Dice que del Seguro Social recibe 197 dólares, pero no es suficiente. Solo para el arriendo, servicios básicos y alimentación necesita alrededor de 260 dólares mensuales. Amigos que hizo durante su etapa de atleta activo le ayudan para las terapias. Incluso le obsequiaron una bicicleta estática.

Accidente

“Don Sebas” era vulcanizador y se daba tiempo para salir a correr, en especial los fines de semana. Eran las 10:00 del domingo 22 de enero de 2017 cuando sufrió el accidente que le tiene hasta hoy apoyándose sobre un par de muletas.

Aquel día, siete atletas mayores de 50 años, después de entrenar en Cajas, salieron a la carretera para “halar dedo” y avanzar hasta Sayausí. Una vez que encontraron la camioneta, esperó el último turno para subir a la paila.

Recuerda que “estaba la pierna izquierda en el estribo y cuando alcé la derecha para ingresar”, sintió el impacto de otro vehículo contra sus extremidades inferiores. “Me acuerdo que volé por el aire, quise levantarme, pero me vi las piernas y estaban colgadas en pellejo y salía la sangre”.

En ese momento de conmoción “no perdí la oportunidad y dije: Dios mío, estoy vivo. Yo pensé que en un año iba a estar caminando. Ya son cuatro años y recién estoy empezando a dar los primeros pasitos”.

Una platina reemplaza gran parte de la tibia y peroné de su pierna izquierda, mientras que unos clavos y tornillos dan soporte a la misma zona de su pierna derecha. Gran parte del tiempo pasa solo, aunque no pierde contacto con sus hijos.

Los amigos, a quienes los llama tréboles de cuatro hojas, no dejan de darle ánimo. “Ese apoyo moral me sube la autoestima y me ayuda a salir adelante”, concluye. (BST)-(D)