El ingreso a las universidades

Mario Jaramillo Paredes

El anuncio presidencial de suprimir los exámenes de ingreso a las universidades es un buen paso para empezar a corregir los graves males que se causó a la universidad ecuatoriana. Ese sistema fue un fracaso total ideado por burócratas y amanuenses del gobierno de aquel entonces. No es una exageración decir que, según esas pruebas absurdas, a un estudiante que quería estudiar Agronomía en Loja, el sistema le mandaba a cursar Derecho en Latacunga.

El nuevo sistema se anuncia que consistirá en pruebas para medir competencias y habilidades de los bachilleres. El Presidente de la Senescyt señaló además que los jóvenes contarán con un test de orientación vocacional, que les servirá de guía para elegir “la carrera que más se adapte a sus destrezas y aptitudes”. No se ha dado todavía una explicación más detallada del nuevo sistema, pero puede decirse que cualquier cosa que se haga será mejor que lo que estaba vigente.

En todo caso la el cambio de sistemas de ingreso no es lo más importante. Es lo más visible y lo que genera más inquietudes entre estudiantes y padres de familia, pero no es lo fundamental en el cambio de fondo que se requiere. Las pruebas de admisión son criticadas y debatidas en todo el mundo. Einstein- posiblemente el cerebro más prodigioso del siglo pasado- no aprobó al principio los exámenes de ingreso a la Universidad. En realidad, no fracaso él. Fracasó el sistema de ingreso que negó su capacidad para seguir estudios universitarios.

El que haya existido después de más de diez años una reunión entre los rectores de las universidades y el Presidente de la república es- para comenzar- un signo importante de que las cosas van a cambiar para bien con la participación de las universidades. Y cambiar para bien comienza por rescatar la autonomía perdida. (O)