Lección positiva

Los daños de situaciones catastróficas y semi catastróficas de toda índole son evidentes e indiscutibles. La pandemia que agrede al mundo es criticada en todos los rincones en buena medida por las consecuencias sociales y económicas de las medidas restrictivas como el confinamiento. Servicios esenciales no pueden suprimirse como la educación; en este caso, se ha recurrido a la alternativa informática en todos los niveles. Deberá pasar algún tiempo, luego del retorno a la normalidad, para evaluar con objetividad los efectos positivos y negativos de esta medida en la enseñanza – aprendizaje así como de alteración de la vinculación al trabajo de los padres que deben concurrir a los centros laborales.

En países como el nuestro y la mayor parte del mundo-  es evidente que hay sectores sin acceso a este servicio que fuerzan el abandono escolar, o que las limitaciones de los insumos son tan limitadas que afectan seriamente al proceso. Estas falencias evidencian que en nuestros días el servicio de internet se ha tornado casi tan indispensable como el agua potable y energía eléctrica que deben llegar a los más remotos lugares campesinos. Se trata de un hecho positivo ya que, cuanto antes, deben intervenir los sectores públicos para ampliar su acceso a toda la población, así como facilitar los insumos básicos. Estas falencias negativas impulsan a la administración pública a ampliar su acceso como ocurrió hace unas décadas con la luz y el agua.

Esta situación ha obligado a que los habitantes mejoren sus condiciones para la incorporación a estos sistemas que cada vez afectan a más actividades en la vida. Dudamos en la creencia en que a corto plazo cambiarán radicalmente las relaciones de trabajo que eliminarían la concurrencia a fábricas y oficinas, pero es innegable que las exigencias crecientes de esta forma de relación social y laboral llevan a que la preparación en este campo se torne indispensable, comenzando con los primeros niveles de educación formal.