MIOPÍAS DEL PERIODISMO DEPORTIVO

Rubén Darío Buitrón

Termina el partido de fútbol, los comentaristas hacen una que otra puntualización y dan una que otra opinión sobre lo ocurrido, pero no se esfuerzan por profundizar, no hacen el intento de mostrarnos el lado humano de lo que ha sucedido en la cancha y, sobre todo, de lo que pasa después.

Una vez derrotado el equipo nacional (por ejemplo, cuando la selección ecuatoriana perdió con el combinado argentino en la Copa América 2021) escuchamos opiniones negativas de las circunstancias que llevaron a que se produjera un resultado desfavorable para el equipo que representa a nuestro país.

Sin embargo, más allá de que la selección haya sido derrotada, hay que recordar a los periodistas deportivos algo que suelen olvidar: en la cancha juegan seres humanos con ilusiones, sentimientos, miedos, alegrías, frustraciones, ansiedades…

Y es necesario pedirles que cambien su hábito de hablar solo de fútbol y no de muchas otras disciplinas que todos los días están en competencia en distintos escenarios nacionales e internacionales, porque inflan la expectativa ciudadana sobre un deporte (hacen soñar a los aficionados con una posible victoria contra un equipo capitaneado por el mejor jugador del mundo) e ignoran a los demás.

En el Ecuador, los medios no suelen preocuparse de lo que ocurre con las personas que hacen deporte, con las personas que se encuentran bajo la mirada de miles de miles de aficionados que exigen solamente una cosa: resultados positivos según sea la bandera del equipo con el que se identifican.

“El periodismo deportivo es el periodismo más puro”, dijo alguna vez el gran cronista estadounidense Gay Talese cuando el diario español La Razón le preguntó sobre el tema.

“Si uno observa las secciones de Deportes aprende mucho de la vida -señaló en la entrevista- y entiende que el deporte es puro. Y transparente. Porque lo ves frente a ti. Y después del partido, hablas con las personas. Puede ser un jugador de fútbol, un torero o un jugador de tenis. Les preguntas sobre algo que has visto. Ellos lo han vivido desde adentro. Tú, desde el palco de la prensa. Hablas de ello y debes ser, repito, muy transparente”.

¿Están pensando en eso los periodistas deportivos ecuatorianos, más allá de preguntarle al “jugador del partido” cómo fue el gol, a quién lo dedicó o qué piensa del encuentro que se viene? Que yo haya visto, no.

En una nota periodística firmada por Hugo Fontana, del medio digital Suburbano, el reportero recuerda que en el libro El silencio del héroe, Talese abre con una extraña afirmación: “No soy, y nunca he sido, amante del fútbol”.

“La frase -dice Fontana- sirve de excusa para explicar la curiosidad (virtud esencial de un periodista) que Talese sintió el 10 de julio de 1999, mirando la final del Campeonato Mundial de Fútbol Femenino que tuvo lugar en un estadio de Pasadena, California, entre las selecciones de Estados Unidos y China. Concluido el partido, el resultado no había variado de un tenaz 0 a 0 que tuvo que resolverse con tiros penales. De los diez ejecutados, nueve fueron convertidos, pero el de la china Liu Ying fue desviado por Briana Scurry, la arquera yanqui. ¿Qué podría pasar con Ying una vez retornada a su país, qué estaría sintiendo tras el tiro fallido, cómo sería recibida por autoridades, hinchas y familiares? Atrapado otra vez por el vértigo de la derrota, y ante la voracidad de poder contestar esas preguntas, Talese decidió que en aquella muchacha había una épica capaz de justificar una de sus investigaciones y, casi de inmediato, comenzó a recoger información sobre el tema y a contactarse con los medios de prensa con los que colaboraba habitualmente, entre ellos The New Yorker y Harper’s Magazine”.

Gay Talese -señala el diario elmundo.com-, es el periodista y escritor que siempre buscó a los protagonistas de sus noticias en los personajes que no han ocupado las primeras líneas de los medios de comunicación y sigue a sus años (hoy tiene más de 80) defendiendo una visión profunda y crítica del periodismo y la política. “Gastamos millones en defensa en vez de conocer al enemigo”, afirmó en una entrevista con motivo de la presentación de su libro El silencio del héroe

Por ejemplo, “oímos la palabra ‘talibán’ continuamente, pero, ¿qué sabemos de ellos? No sabemos nada. A la gente le sorprendería que los talibanes tienen mujer e hijos, viven en casas y se ponen a cenar. Que usan automóvil. Pero no sabemos cómo piensan. No sabemos cómo pagan sus facturas”, asegura el gran periodista. 

Talese, que según elmundo.com reniega de su etiqueta de pionero del Nuevo Periodismo, afirma que, al contrario de lo que sucede en las esferas políticas, “el deporte te da la oportunidad de entender al enemigo, de saber quién está en la oposición. Esa es una buena lección. Y también da la posibilidad de conocer al perdedor, que cambia cada semana”, expresa.

“Nos lleva a la naturaleza humana porque nos encamina a saber cómo tienes que comportarte cuando tu mundo se desmorona. Todo lo que está en la vida juega un papel en el deporte y viceversa”, afirma, mientras agrega que “los deportistas se enfrentan a una grada que los grita, los veja. Los fanáticos del deporte a menudo son de la clase obrera, no han sido muy bien tratados por sus jefes y, al pagar la entrada para un combate o un partido, es su momento. Exigen más a sus ídolos deportivos que a sus políticos. El silencio del héroe habla de esa exposición permanente al juicio, a la victoria y a la derrota”.

¿Se han puesto a pensar los periodistas deportivo-futboleros cómo es el día siguiente de una derrota amplia y contundente en la cual los jugadores, de algunas maneras, fueron responsables? ¿Han reflexionado de qué hablan los futbolistas en el desayuno del día siguiente, a quién llaman por teléfono, cuánto les preocupa la imagen que dejaron ante millones de televidentes, qué piensan -en especial, los futbolistas más cotizados- qué ocurrirá con el valor de sus pases, cuál será el destino de la posibilidad de ir o mantenerse en un importante equipo internacional, de su continuidad en la selección, de los errores individuales cometidos durante el juego, de lo que dirán la familia, los dirigentes, los hinchas y la prensa?

Mientras Talese nos da ejemplo de lo que debe ser el periodismo deportivo, en el Ecuador son evidentes la serie de males de los periodistas y los medios, que no permiten que sus audiencias lo sigan más allá de las subjetividades y las visceralidades.

Alguna vez deberían entender que no son hinchas ni seguidores ni fanáticos de una divisa, sino profesionales que tienen una obligación clara y contundente: tener conciencia de que los jugadores son seres humanos y, por tanto, sienten lo que ha pasado no solo desde lo técnico o competitivo sino desde sus sentimientos.

¿Qué estará pensando el jugador que hizo un gran partido, pero que sus compañeros no tuvieron el mismo nivel? ¿Siente que se le derrumbó la posibilidad de  jugar en algún club de Europa? ¿Quisiera decirle al director técnico todo lo que le está pasando por la cabeza en relación a lo que pudo ocurrir si se planteaba de otra manera la estrategia para enfrentar a un poderoso rival? ¿Qué le dijeron los familiares, los amigos, los propios compañeros del equipo?

El genial Gay Talese sí cumplió con su deber. No se quedó en juzgar desde el palco de prensa a la delantera Liu Ying, del equipo chino, sino que salió en su búsqueda, leyó todo lo que se dijo sobre ella y contra ella y viajó a China para que ella le contara su situación personal en el momento del penal fallido y luego, cuando regresó a su país, donde los medios oficiales y los políticos -que tienen un solo discurso ideológico- estigmatizan y entierran la reputación de quien, según ellos, no estuvo a la altura de las circunstancias y no merece consuelo, perdón ni apoyo psicológico.

Ir más allá del lugar común y del superficial discurso cotidiano. Buscar nuevas maneras de llegar al público con historias no solo de ganadores, sino de perdedores. Emprender un nuevo tipo de periodismo donde el centro temático sean los seres humanos y no solo los resultados de un partido.

Hay que cambiar y profundizar la perspectiva acerca de la vida de quienes están juzgando. No caer en el triunfalismo ni en el victimismo. No olvidar que un deportista es gente.

No parece tan difícil. Pero hay que empezar a hacerlo.