¡Me decidí por Richard!

Juan F. Castanier Muñoz

                                                           

Así como los actos corruptos e inmorales, el enriquecimiento ilícito no justificado o las increíbles decisiones de ciertos fiscales y jueces, influyen en provocarnos sentimientos de frustración, en descontentarnos al extremo o, en suma, a bajonearnos, hay en cambio logros, conquistas, como la de Richard Carapaz el día de antesdeayer en las Olimpiadas de Japón, que tienen la virtud de elevarnos la autoestima como habitantes del país, de despertar nuestro ánimo con entusiasmo, de devolvernos la esperanza.

A través de su esfuerzo, de su dedicación, de su disciplina, Richard Carapaz, “la Locomotora del Carchi”, como lo motejo para la historia un comentarista deportivo argentino, ha conseguido redondear un palmares en el ciclismo de ruta, muy difícilmente superable, aun por ciclistas de élite, y de las canteras más preciadas y de raigambre en el ámbito ciclístico mundial. Que le vaya bien a Richard en el camino que aún le toca recorrer dentro de su carrera deportiva. Que continúe constituyendo un ejemplo, sobre todo para los jóvenes del país, de esfuerzo, de tenacidad y de humildad. ¡Tiene por delante un importante reto!

Que no pierda jamás la brújula que hasta hoy lo ha acompañado con éxito, que piense que es desde hace rato una muy importante figura pública y que todos sus actos van a ser escudriñados con interés por la comunidad. Que el recuerdo de la tricolor flameando en España, en Italia, en Francia y ahora en la Olímpica Tokio, mantenga viva la llama de nuestras aspiraciones por una sociedad orgullosa de sus raíces y sus posibilidades.

Les cuento que hasta el viernes pasado tenía ya delineado, mentalmente, un comentario sobre la asambleísta Rosa Cerda y su discurso comunitario, expresado en perfecto castellano, sobre “cómo se debe robar” dentro de la función pública. Así como sobre la increíble posición de algunos de sus compañeros de bancada y dirigentes de su partido, tratando de defender lo indefendible. Dejé entonces a doña Rosita, con sus extrañas reglas de moral, a un lado, y opté por comentar sobre el triunfo de Carapaz,! y creo que fue una acertada decisión! (O)