Ikigai

Tito Astudillo Sarmiento

De lo que amamos, aquello que nos motiva, ilusiona, impulsa y compromete; hacia el aporte trascendente del legado, la huella que dejamos en nuestra comunidad o comarca, desarrollando todo nuestro potencial, nuestras capacidades que se traducen en funcionamientos que amplían nuestra propia libertad de elección, decisión y satisfacción…

El eurocéntrico PERMA y el milenario Ikigai de la antigua sabiduría oriental del pueblo japonés que define la felicidad no como el resultado sino como la ecuación misma en la cual las variables pasión, misión, vocación y profesión sobre las cuales caminamos cada pequeño detalle en que galopa nuestro tiempo.

Iki que se traduce como vida y gai que significa mérito; el mérito o valor de la vida es el principio que subyace en el sentido de valor, aporte, crecimiento y sustento, pues en la cultura nipona el propósito vital es tan importante que, como refiere Buettner, no contempla nuestro concepto de jubilación y retiro.

El primer pilar del Ikigau se explica en la expresión “hara hachi bu” que se traduce como -la barriga al ochenta por ciento, que con acierto dibuja el Quijote cuando sentencia a su escudero: “la salud del cuerpo se fragua en la oficina del estómago”.

El segundo Moai, los lazos para una vida larga, significa la necesidad de cuidar las relaciones con la comunidad, con el colectivo del cual formamos parte, Moai significa servicio recíproco y solidario.

Mente activa en cuerpo joven, el tercer principio se corresponde con nuestro “mens sana in corpore sano”, mente sana en cuerpo sano, aprendizaje, descanso y ejercicio, la regla de veinte y cuatro pulgadas de los hijos de la viuda…

Ikigai significa entender el valor de la vida, equilibrar lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos en su real sentido de trascendencia cotidiano, significa atesorar el pasado, imaginar el futuro, pero, fundamentalmente vivir el presente, el hoy, aquí y ahora donde se desarrolla la vida, nuestra vida… (O)