Transformación de la mente moderna

Andrés Martínez Moscoso

En la última década, la polarización política ha crecido significativamente, en efecto, las tensiones generadas entre partidarios de izquierda y derecha cada vez son irreconciliables, y si bien es cierto, algunos doctrinarios habían pronosticado el fin de la historia y de las ideologías, ahora son más comunes las disputas entre distintos bandos.

Sumado a ello, en algunos países, los jóvenes universitarios se sienten más frágiles y amenazados por discursos, e incluso intentan que sus centros de educación impidan la participación de estos actores, pues aluden que se trata de una forma de violencia.

Frente a esta realidad, los autores Jonathan Haidt y Greg Lujianoff, en su obra “La transformación de la mente moderna” (Penguin Press, 2018), sostienen que, en ocasiones las buenas intenciones y las malas ideas están condenando a una generación al fracaso.

En este sentido, señalan que, la cultura de la ultraseguridad está privando a niños y jóvenes de experiencias que son necesarias para su crecimiento físico y emocional, y que la falta de estas podría volverlos frágiles. Además, argumentan que la falsedad del razonamiento emocional, ha hecho que, por ejemplo, se retiren invitaciones y vetos ideológicos a conferencistas (extrema izquierda y derecha) en universidades (que se suponen que son la sede de la razón).

Por ello, los autores consideran que esta polarización ha generado el crecimiento de una cultura equivocada de la política identitaria del enemigo común (nosotros contra ellos), la cual, en lugar de unir y buscar soluciones, termina por separar y crear supuestas batallas entre buenas y malas personas, y por supuesto en distintas formas de intimidación y violencia (manifestaciones en Berkeley y Charlottesville, en 2017 son ejemplo de ello).

Así, estos ciclos de polarización generan entre otras, episodios de “cacería de brujas”, cuando determinados colectivos universitarios se sienten amenazados, y terminan por atacar a docentes, estudiantes o autoridades.

Ya que estos episodios cada vez son más comunes en los campus universitarios (sobre todo de Estados Unidos de América), los autores consideran que es necesario un manejo más sano de las redes sociales, para evitar la polarización innecesaria e información falsa; mayor juego libre y libertad para niños y jóvenes, evitando la sobreprotección paterna; mejorar las políticas identitarias de los grupos, para concentrarse más en las cosas que nos unen, que aquellas que nos separan; y, predicar con la búsqueda de la verdad, con el propósito de tener futuras generaciones más sabias, que eviten la ignorancia y la maldad. (O)

@andresmartmos