La Alianza del Pacífico

Gerardo Maldonado Zeas

La visita oficial del presidente Lasso a México dará sus frutos en el corto plazo por la actitud positiva del presidente Andrés Manuel López Obrador, para que el Ecuador se integre a la Alianza del Pacífico, cuyo propósito básico es promover las exportaciones, atraer la inversión extranjera directa, fomentar la internacionalización de las empresas nacionales, estrategias prometedoras para dar el paso y actuar en el mundo comercial de manera firme.

Los países integrantes Perú, Chile, Colombia y México han vivido las gratas experiencias de la integración a través de procedimientos prácticos que han mejorado sus números en el comercio exterior. En el caso del Ecuador, los técnicos especializados calculan que el ingreso al bloque generaría 400 millones de dólares de incremento en las exportaciones, el fortalecimiento del mercado de valores, la modernización aduanera, y la consecuente mejora en la cadena de valor, con el tan ansiado crecimiento del empleo. La Alianza del Pacífico hoy tiene un mercado de 230 millones de personas, y es considerada, entendiéndole como bloque, la octava economía del mundo, con más del 40% del PIB de América Latina.

La integración es el sustento de la economía de apertura al mundo, pero además constituye el apalancamiento para llevar de la mano al turismo, la promoción de la cultura, el intercambio estudiantil que genera mayor conocimiento y experiencia en quienes deben regresar al país a ser un aporte al cambio, formar parte del nuevo mundo y la velocidad de sus movimientos.

Como siempre ocurre cuando se proponen estas estrategias de incluir al mundo y nosotros incluirnos en él, hay sectores que están de acuerdo con sus propósitos; y también, aquellos que, sin analizar su contenido, los alcances y a veces por un absurdo fundamentalismos ideológicos que les impide avanzar, se niegan a aceptar estos caminos.

Pasos firmes se requieren para realizar la transformación de un país abatido por la corrupción y el encierro mundial, que se escuda en la supuesta soberanía. Creo firmemente que se vienen buenos vientos para el país. (O)