El ADN de la migración

Ecuador, sobre todo la región austral, como ocurrió en 1999 ,vive una oleada migratoria alentada por bien estructuradas redes de traficantes de seres humanos, por el anhelo irrefrenable de abandonar el país, cuya base radica, en gran medida, en la crisis social y económica, cuyo punto máximo llegó con la pandemia.

Este nuevo éxodo, cuyo objetivo es llegar a los Estados Unidos sin cumplir con los documentos migratorios de rigor, se ha vuelto caótico, cruel e inhumano.

La Cancillería ha organizado en Cuenca la XXI Mesa Nacional de Movilidad Humana sobre «Migración riesgosa en pospandemia» a fin de establecer líneas de acción concretas y medibles, en un diálogo de encuentro con distintos actores nacionales e internacionales.

Similares reuniones y con los mismos objetivos, loables por cierto, se dieron en épocas anteriores. Los resultados no han pasado de las buenas intenciones.

El de ahora ocurre cuando miles de compatriotas, en muchos casos familias enteras, viven un drama en México. Testimonios difundidos por El Mercurio de migrantes deportados, delatan los malos tratos, la poca o nula alimentación, el descuido de la Embajada de Ecuador en ese país, y también la indolencia de las autoridades mexicanas so pretexto de cuidar su territorio y su seguridad.

En el Austro la migración es un fenómeno social, una especie de ADN de su población. Casi todas las familias tienen a uno, dos, tres, cuatro o más miembros en los Estados Unidos. Pocos tienen los papeles en regla; los más sobreviven en calidad de indocumentados.

Pero la economía de la región se basa en las remesas enviadas por ellos, aun durante la pandemia.

Insistimos, el deseo por migrar está arraigado, y cualquier pretexto para irse, como ahora la profundización de la crisis, es bienvenido, ni se diga por la reunificación familiar.

Las centenares de deportaciones, la muerte en la frontera, los abusos, el robo, las violaciones, ya poco importan para quienes asumen los riesgos, incluyendo el de llegar al “sueño americano” y comprobar la magra realidad.

Se debe entender esta situación para arribar a conclusiones no teóricas sino prácticas; pues nuestros pueblos se quedan vacíos. (O)