Caleta

Aurelio Maldonado Aguilar

El Ecuador es un territorio estratégico y gracias al permisivo accionar de gobiernos involucrados, la droga se mueve con gran facilidad, constituyéndonos en gran almacén y caleta de expendio para el mundo. Me propuse no volver a nombrar al más grande truhan de la historia política ecuatoriana, ya sentenciado y prófugo por muchos delitos, Correa y la gavilla de delincuentes que lo acompañaron en una muy bien organizada acción criminal que englobaba casi todos los más execrables delitos acompañados de astuta y agresiva propaganda que deslumbraba a los incautos, haciéndolos dóciles borregos adoradores de un infeliz ser, hábil e inteligente para el engaño. Me propuse no nombrarlo, pero es en realidad la cimiente de un enorme problema de conciencia en el ciudadano común que no ve malo robar mientras se robe bien y de la institucionalización del narcotráfico, para lo cual, con la falsa palabra de independencia y nacionalismo, tiró al traste todo control y ayuda extranjera, liberando nuestro territorio completamente al expendio y distribución de droga, que les dejaba grandes ganancias y que por la pobreza y necesidad de la gente, encuentran el légamo fértil para que pequeños avezados o inocentes pescadores, distribuyan a granel y al mayoreo, psicotrópicos, camino al microtráfico y al enorme cargamento que en lanchas y avionetas, llegan a destino. Él y su trinca lograron sembrar en el país la idea de que la coima y el robo sistemático a todo nivel, se justificaba al hacer obras con enormes sobreprecios, sin importar si su construcción estaba basada en parámetros incorrectos y en muchos casos, ni se construyó como sucedió con la refinería del aromo, donde el fiasco y latrocinio fue de envergadura insólita y audaz para un engaño de fábula. Pasaron los años y continuamos con la Asamblea podrida tan igual como antes, la justicia comprometida y vulnerable y muchas entidades de control, contraloría, defensoría del pueblo y más, son un verdadero nido de víboras hambrientas del festín. Es este en realidad el legado de la nefasta intromisión de una corruptela institucionalizada desde un gobierno, que nos tiene acostumbrados a escuchar de asesinatos por sicarios y de dantescas masacres en cárceles desde donde dirigen, como en el mejor tiempo de Capone, los crueles negocios. No nombrar al causante de nuestra desgracia se vuelve imposible, pues corremos el riesgo de olvidar.