Corrupción en la ANT

Los casos de corrupción no son ninguna novedad en las instituciones de control y regulación del tránsito en el Ecuador. 

Ahora, como antes, la Agencia Nacional de Tránsito vuelve a estar en la palestra de la deshonra. Pero, contrario a episodios anteriores, es su director, Adrián Castro, quien, incluso a costa de potenciales represalias y amenazas, denuncia hechos dolosos cuyas repercusiones bien pueden hasta malograr la vida de los ecuatorianos.

Él denunció la entrega fraudulenta 35 mil licencias de conducir. 24 mil son de choferes profesionales; las demás, de los no profesionales. La ignominiosa lista la lideran Guayas y Azuay. Sí, Azuay. Quién lo creyera. Esto debe avergonzarnos. Ser parte, por ahora, de una presunta red de corrupción enquistada en la ANT es una afrenta.

Esas licencias han sido anuladas. Y es responsabilidad de la Fiscalía investigar para descubrir a autores y cómplices de tales fechorías. Mientras más pronto actúe y acuse, mejor.

Y, claro, luego nos lamentamos de los diarios accidentes de tránsito cuyo saldo es muertos y heridos. Choferes inexpertos conduciendo buses de transporte de pasajeros; otros, en los suyos llevando a su familia. Inadmisible, ¿verdad?

Adrián Castro también denunció supuestas irregularidades en la entrega de 302 rutas y 1632 frecuencias de buses inter e intraprovinciales. Se habrían dado a cooperativas de transporte, sospechosamente ilegales, entre el 29 de enero y el 20 de mayo de 2021, sin contar con una Plan Nacional de Rutas y Frecuencias, como lo dispone la Ley de Transporte.

Por eso las terminales terrestres están abarrotadas de cooperativas. En las vías compitiendo sus buses uno tras otro y al mismo destino. Y, a lo mejor, con choferes “chimbos”.

Sobre esta denuncia la Contraloría lleva adelante un examen especial para establecer responsabilidades.

Ojalá la autoridad máxima de la ANT tenga el apoyo del gobierno. La red de corrupción, cuyo núcleo debe estar dentro de la entidad, hará lo posible para, si es posible, sacarlo, mucho más si no pertenece al centro del poder político, corrupto y centralista.