El quinto partido

DE HISTORIA EN HISTORIA Bridget Gibbs Andrade

Hoy les voy a contar la historia del equipo que sería condenado, si llegaba a perder un sólo partido.

Empieza en 1878 con el criminal George Parrot “Big Nose” o “Narizón”, líder de una banda que aterrorizaba a la población de Rawlins, en Wyoming. Tras varios crímenes y robos fue sentenciado a muerte en 1881. Tratando de escapar de la comisaría donde estaba preso, golpeó con las esposas a un guardia en la cabeza y lo noqueó. El ruido alertó a otro guardia y a punta de pistola hizo que regresara a su celda. Al día siguiente, la gente del pueblo se enteró y decidió hacer justicia por su propia cuenta. Un grupo de encapuchados entró a la comisaría, lo sacó de su celda y lo mató. En Wyoming, muchos estaban a favor de matar a los criminales antes de permitirles vivir en prisión siendo mantenidos por los contribuyentes.

Los habitantes se encargaban de que los prisioneros no tuvieran una vida fácil y que los condenados a muerte no vivieran mucho. Entonces, el alcalde de la prisión, fanático del béisbol, tuvo la idea de formar un equipo con los presos que estaban condenados a muerte. Si ganaban iría aplazando su sentencia, pero si perdían no haría nada por evitar que fueran ahorcados. El equipo estaba compuesto en su mayoría por asesinos. Estos angelitos fueron llamados “Las Estrellas del Pabellón de la Muerte”, y bajo la vigilancia de varios guardias armados lograron su primera victoria. El segundo juego casi lo pierden y en la última entrada le dieron la vuelta al marcador, logrando su segunda victoria. Llegó el tercer partido y todos estaban conscientes que cada juego ganado les daba más días de vida. Jugaron mejor que nunca. Además, muchos en el pueblo obtuvieron grandes ganancias apostando cuando el equipo ganó su tercer partido. De pronto, ya no les caían mal los presos.

Se dio el cuarto juego y la situación era una locura. Los presos ansiaban que llegase el quinto partido. Pero nunca llegó. El gobernador de Wyoming se enteró de las apuestas, de cómo usaban a los prisioneros como diversión y canceló todo. Los presos que pensaban que tendrían más tiempo de vida, cumplieron, uno por uno, su cita con la horca.

Y así terminó la historia del tristemente célebre equipo de béisbol de la penitenciaría de Wyoming, que aprendió al final que un país podrá perdonar todo, menos que no llegue al quinto partido. (O)