Por el sueño ecuatoriano

Roberto Vivar Reinoso

Vamos por el sueño ecuatoriano, antes que el peligroso y caro “estadounidense”. Con quince, veinte y hasta treinta mil dólares que pagan los migrantes ilegales a los “coyoteros”, se puede emprender un negocio sin abandonar familia, destrozar hogares, padecer durante semanas y meses, a lo mejor perder la dignidad y la vida. Pero algo más sutil y doloroso para la patria que les vio nacer, les dio salud, educación, servicios básicos en la medida de sus posibilidades: ver como rinden frutos en otros lares, que poco o nada hicieron por ellos.


Movilidad humana libre y universal, exigen algunos. Sería lo ideal. Sin embargo hay quienes “observan lo bueno, lo admiran, pero siguen lo malo”, como escribió San Agustín. Aquí está la razón de las normas que regulan el tráfico de personas entre los países del mundo. La intensa ola de migratoria sin papeles de estos últimos tiempos a la “Yoni”, provoca no sólo mayores controles sino que muchos ciudadanos de aquella nación, así como las pueblos donde acampan previamente, cuestionen la tolerancia de las autoridades hacia quienes intentan entrar a la fuerza.


Los ecuatorianos que buscan mejores días afuera, lo hacen porque aquí no las encuentran. Es la razón entonces para apoyar lo positivo que trae el proyecto de ley “creando oportunidades”. Todos debemos estudiarlo, aunque especialmente la Asamblea. Excluye por desgracia la baja de intereses bancarios, fundamental promesa de campaña.


Sin importar la orientación ideológico-programática del régimen, estoy convencido que su éxito o fracaso repercutirán ineludiblemente en la comunidad nacional. Mientras ésta debe convencerse que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. La conjunción de tales factores posibilitará realizar el sueño ecuatoriano, antes que el ideal extranjero. (O)