Eudoxia

Catalina Sojos

Y, mientras la gota ciega del presente continúa su caída, Eudoxia Estrella se aleja bajo la lluvia; con su danza de pinceles, su sonrisa a lo Chagall, su amor eterno por Guillermo Larrazábal; se evapora con el grupo de Los Lobos donde ella era la única mujer “éramos gente afín, nada de enamoramientos, me silbaban y yo salía a conversar sobre André Gide o el existencialismo” a este lado de la orilla queda la Bienal, el Museo de Arte Moderno ¡que debería llevar su nombre, en justicia! sus acuarelas en las que el alma se refleja, pero sobre todo su ejemplo; ese camino recorrido desde la rebeldía, el pensamiento crítico, el humor lapidario “no tiene sentido que a la hora de la muerte una vaya a arrepentirse de algo que ya no tendrá la oportunidad de repetirlo” Es decir única, como estrella fugaz, Eudoxia se aleja; desde algún sitio se escuchan las carcajadas de aquellos que junto a ella cambiaron la imagen cultural de Cuenca de mil maneras. (Efraín Jara, Jacinto Cordero, Estuardo Cisneros, entre otros nombres que escribo para los jóvenes) el patrimonio que deja esta mujer debe ser respetado y salvado del olvido. “La vocación por el arte es innata. Mis más antiguos recuerdos están asociados a una sensibilidad con el color, el papel de seda de los caramelos que manchaba los dedos y todo lo que tocaba” ¡Gracias Maestra! (O)