La Punta del Ovillo

Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

La ventaja de tiempos como estos, políticamente caóticos, es que ponen sobre el tapete el modelo de desarrollo sobre el cual hemos construido la sociedad. Y permite analizar aquel que deseamos para el futuro de este pueblo, hasta ahora, condenado a convertirse en un eterno patio trasero repleto de materias primas donde las grandes naciones y corporaciones, compran a precios de ganga y venden a precios de estafa. 

“Colonización” le dijeron cinco siglos atrás. Supongo que “Neocolonización” es como deberíamos llamar a las incontables veces que los mercados internacionales han decidido arrasar con los recursos naturales y productivos de nuestros suelos. A cada vez que algún gran acreedor o fondo multilateral, nos ha concedido una de aquellas deudas perpetuas que tienen la extraña característica de aumentar conforme se van pagando. Nombre apropiado para denominar a este agujero negro en el cual se pierden las culturas originarias para ser reemplazadas por la cruz, la espada y el vil metal. Destructiva trinidad en cuyos altares se sacrifican la cultura, la naturaleza y la dignidad de los pueblos. Potosí, Zacatecas, Ouro Preto, la Amazonía y ahora mismo nuestro páramo, son algunos ejemplos de la tragedia. Pueblos fantasmas y extenuados que, habiendo sido los que más han dado son hoy los que menos tienen. 

Por eso, el debate político, por confuso que fuera, representa una oportunidad. Y no lo digo por los políticos de turno, sino por el pueblo limpio y llano, que deberá aprovechar la brecha abierta por el debate político y reivindicar algunas ideas. Por ejemplo, que la riqueza de nuestro suelo es nuestra; y que el fruto de nuestros campos debe emplearse en alimentar, primero, a quienes los cultivan. Que debemos mirar con orgullo al pasado para valorar el inmenso legado de nuestros ancestros por sobre ese complejo de inferioridad que, por décadas, nos mantuvo convencidos de que la patria digna y próspera – desarrollada con todas sus letras – no era una bendición destinada a nosotros. Mucha falta por hacer, es verdad. Sin embargo, cada nueva etapa representa también un nuevo comienzo. Una oportunidad para encontrar la punta del ovillo y ojalá, la sabiduría, para no soltarla jamás… (O)