Pekín se blinda contra el virus ante cónclave del PCCh y los Juegos Olímpicos

Pequeños rebrotes de la variante delta del coronavirus han motivado restricciones aún mayores de las acostumbradas en China, sobre todo en Pekín, que se ha blindado para evitar riesgos con una importante cumbre del Partido Comunista a la vista y a menos de 100 días de los Juegos Olímpicos de invierno.

La restrictiva política de tolerancia cero ante la covid-19 adoptada por el Gobierno chino se ha visto reforzada con motivo del sexto plenario del XIX Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh), que acogerá la capital del país la semana que viene y al término de la cual quedarán menos de tres meses para la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos.

Así, y con casi 800 nuevos contagios locales del coronavirus en 19 provincias desde mediados de octubre (mucho más de lo que Pekín está dispuesto a tolerar a pesar de ser cifras muy inferiores a las registradas en buena parte del mundo), las autoridades han decido meter una marcha más.

NUEVAS MEDIDAS

Las nuevas medidas de los gestores sanitarios pasan, por ejemplo, por la cancelación de actividades en dos céntricos distritos de Pekín -cines, clases de yoga, conciertos-, mientras que los establecimientos como supermercados, bares o restaurantes han vuelto a exigir el escaneo de códigos de reconocimiento rápido para facilitar el rastreo en caso de contagio.

«Hay que evitar salidas innecesarias», aseguran las autoridades sanitarias capitalinas, que instan a «no asistir a cenas, ni ir a lugares concurridos, usar el transporte público en menor medida, trabajar desde casa y evitar contacto cercano con la gente».

Es parte de una nueva campaña de concienciación, una más, sobre «la gravedad de la situación» que -dicen- se encuentra «en un momento crucial».

Todo esto en un momento en el que la capital china cuenta con medio centenar de casos activos (entre una población de unos 20 millones de personas), que ascienden a 1.129 infectados en todo el país (de 1.411 millones de habitantes), incluyendo a los «importados», es decir, los casos detectados en pasajeros procedentes del extranjero.

Aunque 37 personas se encuentran graves, el contador de fallecidos se mantiene en 4.636, inmutado desde el parte publicado por la Comisión Nacional de Sanidad el pasado 26 de enero.

También hay más de 400 asintomáticos en observación, pero China no los computa en sus estadísticas de casos confirmados a menos que manifiesten síntomas.

CONFINAMIENTOS PROLONGADOS

Sin embargo, en Pekín -vecina de la provincia de Hebei, que hoy notificó 10 nuevos contagios- todavía no se ha recurrido a confinamientos prolongados y generalizados, como sí se han aplicado en otras partes del país que ha registrado rebrotes, hasta el punto de que las autoridades han recomendado a los ciudadanos que se aprovisionen para tener víveres y otros artículos de necesidad en casa en caso de tener que decretar uno.

Uno de los casos más extremos del país asiático fue el de la localidad meridional de Ruili, fronteriza con Birmania, que ha vivido al menos tres confinamientos desde que comenzó la pandemia, provocando el cierre temporal de escuelas o negocios.

A finales de octubre, varios ciudadanos de esa localidad airearon sus lamentos a través de las redes sociales chinas, como un residente que explicó que «los talleres de oro y jade llevan cerrados desde finales de marzo».

«No hemos tenido ingresos en medio año y la gente tiene familias que alimentar», agregó.

Otros lamentaban que las escuelas lleven cerradas «desde junio» y que la educación a distancia «afectará al historial académico de los niños», o denunciaban también las condiciones de los centros de cuarentena: «Las camas tienen moho y los baños están sucios, con cucarachas».

Estas quejas provocaron el anuncio, por parte de las autoridades, de ayudas económicas para aliviar la carga, aunque Ruili no ha sido la única ciudad fronteriza en sufrirlo: Heihe, contigua a Rusia, se halla actualmente confinada por los recientes repuntes de contagios.

Asimismo, las economías locales de otras como Manzhouli, en el confín con Rusia; Yili, con Kazajistán; y Ejina, con Mongolia, también se han visto afectadas por las restricciones.

RIGIDEZ Y DESGASTE

La fórmula del cerrojazo al virus se ha aplicado prácticamente cada vez que ha surgido un rebrote en cualquier punto del país, e implica confinamientos selectivos, interrupción de las comunicaciones urbanas e interurbanas, y varias rondas de análisis de coronavirus, lo que logra sofocar cada rebrote en varias semanas.

El desgaste no es exclusivo de los ciudadanos, sino que los funcionarios también se enfrentan a una presión desde arriba a la hora de presentar una hoja de servicios impoluta.

En la actual ronda de rebrotes han sido cesados al menos una docena en relación con la gestión del coronavirus en sus localidades, una práctica habitual en el proceder de las autoridades chinas, lo que en algunos casos ha llevado a prácticas de rigidez extrema para evitar posibles consecuencias políticas. EFE