En Saraguro lucieron sus alforjas

Angel Abrigo, José Pamo y María Ambrundi, participaron en el Segundo Festival de la Alforja.

El parque De Las Culturas, del cantón Saraguro, en la provincia de Loja, estuvo multicolor ayer, pues fue el escenario del Segundo Festival de la Alforja, que es un encuentro intercultural que busca conservar y recuperar tradiciones de este pueblo.

Encabezados por una banda de pueblo, habitantes de diferentes comunidades de esta zona desfilaron y bailaron por algunas calles céntricas. Lucieron sus alforjas, de diferentes materiales, diseños, tamaños y colores.

Esta es una prenda indígena, cuyo uso es cada vez menor, que está confeccionada con tela e hilo, y que se compone de dos bolsas que van unidas por una banda, que se carga, generalmente, en el hombro.

María Alegría Seraquive, de 77 años, quien vive cerca de la cabecera cantonal de Saraguro, fue una de las mujeres saragurenses que participó en este festival. Contó que la alforja la utiliza para transportar productos como trigo.

“Cuando uno sale de la casa o se va a la tierrita a sembrar siempre lleva la alforja, es como parte de uno… Ahora se usa menos, pero quienes estamos acostumbrados desde antes siempre llevamos esto…”, indicó.

Para maíz

“Nosotros que somos los más adultos casi siempre salimos con nuestra alforjita, aquí llevamos algunas cositas del campo y cuando regresamos llevamos la comida que compramos…”, dijo.

Rosa Elvira Macas, de 70 años, de la comunidad Selva Alegre, también estuvo en este encuentro. Ella relató en cambio que usa la alforja para desgranar maíz y llevar, principalmente, granos secos.

Ramón Quishpe, de 75 años, del sector Paraíso de Celén, quien llegó a este evento como invitado, indicó que desde niño usa esta prenda y que es parte de su vestimenta diaria.

“Cuando uno sale sin la alforja parece que hace falta algo, no se siente completo… Queremos enseñar a los jóvenes a dejar de usar las fundas que contaminan y utilizar las alforjas o bolsos tejidos que también se hacen aquí…”, expresó.

Confección

Juan Robalino, quien se dedica a la fabricación y venta de estas prendas, explicó que son utilizadas también para la siembra y cosecha de café y maní, y para cargar alimentos. Miden entre 1,50 y dos metros (m) de largo.

Indicó que hay alforjas desde 15 dólares, hasta más de 100 dólares. Estas últimas son de cuero y se usan para colocar en las motocicletas y bicicletas, para recorridos de largas distancias.

“Hay alforjas de algodón, de hilo de borrego y ahora incluso de telas de materiales sintéticos. Los diseños son variados, pero siempre tratamos de utilizar colores que son de nuestra cultura…”, señaló.

Este artículo se ha convertido en un símbolo de la identidad lojana, pues según la historia, el pueblo Palta, que está asentado en los cantones suroccidentales de la provincia, propagó su uso.

Las alforjas pueden ser personales y tienen una capacidad para unas 20 libras (lbs). Asimismo, hay grandes, que sirven para llevar hasta dos quintales y son colocadas en el lomo de un caballo o burro.

Organizador

Robert Puglla, organizador del Festival de la Alforja, explicó que la finalidad es integrar a la sociedad saragurense para que se reconozca con tal: los saraguros, mestizos, campesinos y el pueblo Paquishapa.

“Viviendo en nuestro propio pueblo no nos hemos visto, no hemos tenido tiempo para reconocernos, entonces, vimos que lo que nos une como cultura es la alforja, entonces por eso generamos este espacio cultural…”, mencionó.

“Esta prenda tiene mucha historia para muchos, pues es una prenda que antes era usada para ir de viaje, entonces llevaban en el hombro o en las mulas los productos e iban a Yacuambi, Zaruma, Portovelo y otras partes…”, afirmó.

Y agregó: “esta prenda está impregnada en el corazón de las personas, porque sus abuelos la utilizaban, sus padres la utilizaban y ahora estas generaciones no la estamos usando…”.

Antes este accesorio utilitario era el regalo infaltable de los padres para los recién casados, y esto también se ha perdido, y ha pasado a ser para los más jóvenes una prenda de adorno.

Antiguamente cuando una pareja se casaba el hombre recibía el arado y la mujer la alforja, y esto representaba la fuerza de trabajo y la unión que debe haber entre estos pares para enfrentar las adversidades. (CSM)-(I)