Parque El Paraíso

Tito Astudillo y A.

A esta altura de la pandemia y vacunados con la segunda dosis, hemos vuelto a caminar, (respetando el protocolo de bioseguridad) por los senderos de este maravilloso espacio verde, considerado el más grande del área urbana de la ciudad y ubicado en un inusual paraje natural que le da el nombre, en el delta de la unión de los ríos Tomebamba y Yanuncay que llega a la cita, turbulento y turbio, con las aguas del río Tarqui.

En los más de 40 años de caminar diariamente su entorno nutriéndonos de su paisaje y energía, hemos visto cómo su área geográfica y sus componentes naturales disminuyen paulatina e inexorablemente, como es el caso de la abundante y tupida vegetación arbustiva nativa que cubría casi todo el entorno y sus bosques de eucalipto y señoriales sauzales hasta la confluencia de los ríos; matorral, flores y bosque que sustentaban una rica y variada avifauna que le valió para formar parte de los senderos de Aviturismo de la Ruta Cuenca Patrimonio Cultural con el Barranco como inicial del circuito. Era muy usual, mientras se caminaba, observar en los árboles y arbustos, en las flores o en el pasto una diversidad de mariposas, de colibríes, tórtolas, gorriones, golondrinas, azulejos, mirlos, chugos, tugas y jilgueros, posibilidad de avistamiento que ha disminuido significativamente una vez que casi ha desaparecido la vegetación nativa a expensas de áreas recreativas, laguna, senderos, canchas y, con  la inundación de este invierno, una nueva isla en la zona terminal entre ríos, que no deja de ser otro atractivo.

Esto y mucho más es nuestro parque y sendero entre ríos llamado El Paraíso; siempre tradicional y siempre moderno de infraestructura recreativa y didáctica; novedoso de colores, fragancias y murmullos; bullicioso de caminantes, atletas, turistas y estudiantes; generoso de amigos, aire puro y biodiversidad que se resiste; libro abierto, laboratorio y aula para entender la vida en armonía con la naturaleza más allá de la urbanización. (O)