La Policía y sus generales

Diez y nueve generales de la Policía Nacional pusieron la disponibilidad de sus cargos al presidente Guillermo Lasso, como consecuencia del cisma producido por las graves revelaciones del embajador de Estados Unidos en Ecuador, Michael Fitzpatrick.

El presidente se tomará su tiempo para resolver semejante dilema. En tratándose de la seguridad del Estado y de todos los ecuatorianos, exigirá información, aun la clasificada, a todas las instancias, y con mayor razón a la embajada estadounidense cuyo detonante lanzado no habrá sido así por así.

Presumiendo la inocencia de los generales, el primer mandatario tiene la oportunidad para, de ser el caso, hacer una poda, si es posible desde la comandante general, también salpicada por denuncias, incluso de supuestamente favorecer a su esposo, un alfo jefe policial.

Quienes han puesto a disponibilidad sus cargos también piden ser investigados por Contraloría, la Unidad de Análisis Financiero y la Superintendencia de Bancos.

Nadie se atreve a pedir ser investigado si no está seguro de haber cumplido sus funciones con transparencia. De no ser así sería actuar con cinismo.

Paralelamente, hay ya cuatro generales sin visa estadounidense. Fiel a su diplomacia la embajada no ha explicado las razones. ¿Fue suficiente hablar de la existencia de “narcos generales” en Ecuador? Esto siembra dudas, suspicacias, incluso entre los mismos sancionados.

El gobierno ha pedido le proporcione nombres y los motivos. La embajada debe dárselos para iniciar las investigaciones de rigor. Lanzar semejante acusación y no contribuir con las pruebas sería funesto, justo cuando el narcotráfico ligado a temibles carteles ha metido sus garras en Ecuador.

Vale recordarlo. Ya en 2011, para la embajadora estadounidense de ese entonces la corrupción estaba generalizada en las filas de la Policía ecuatoriana.

El gobernante de la época lo expulsó del país; y ahora mismo se solidariza con uno de los generales ya sin visa.

Insistimos, el presidente tiene la ocasión para escudriñar a fondo a la institución policial y depurarla del todo. Ahora o nunca.