Creencias

Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

Es una sensación difícil de explicar. Cuando uno pensaba que íbamos superando la pesadilla; cuando volvieron los encuentros y los abrazos; cuando parecía que más allá de la omnipresente mascarilla (y que bien por eso), la vida volvía a la normalidad; justo allí aparece en el horizonte una nueva cepa que comienza a cercarnos de manera sigilosa. Primero un par de casos en Europa, otro más en América Latina, en algún rincón del Ecuador, en nuestra propia ciudad. Y luego un vecino, un primo, un compañero del trabajo. Una sensación vaga de inseguridad, como una silenciosa amenaza, un invisible enemigo rondando, acechando.

Y claro, al parecer las autoridades nacionales no lo ven de manera tan dramática. Y llevan razón en alguna medida. Es el repunte previsto, nos dicen, luego de los festejos de diciembre. Sin embargo, el miedo se siente. Las autoridades ya comienzan a sugerir el regreso parcial al teletrabajo y las clases virtuales. Y hacen bien. El repunte, por más esperado sea, es importante. El país ha registrado 1.235 nuevos contagios, que se suman a los más de 21.000 casos registrados en diciembre. Cuenca, puntualmente, aparece en tercer lugar a nivel nacional.

Desde luego, el estar entre las naciones con mayor porcentaje de vacunas en el mundo, juega a nuestro favor. De hecho, tal vez sea el único factor que nos permite mantenernos a flote y evitar el confinamiento con el colapso económico que viene en consecuencia. Y es aquí donde vienen a la mente los grupos, puntuales, que aún se resisten a las vacunas. ¿Razones religiosas? Pues bien (y esto lo digo con el más absoluto respeto por la libertad de culto como eje central de la sociedad) la verdad es que las religiones, desde sus más lejanos orígenes, han sido siempre, entre otras cosas, sistemas de transmisión de normas para la convivencia armónica. Y es por eso que, cuando una decisión basada en las creencias personales afecta a la seguridad del entramado social, tal vez sea hora de mirarla con otros ojos y replantearse algunas convicciones. Claro, esto no es más que mi opinión personal. Para pensarlo, nada más… (O)