El Abrazo

“Brisa tibia que endulza por dentro

Como la caricia de un rayo de sol”. (Leticia Passeggi)

Una temática asumida por pintores, escultores y por escritores, para destacar aquel encuentro de almas que permite la plenitud del espíritu. Hoy, cuando por casi dos años, vivimos distanciados, cada vez más aislados, hasta de nuestros íntimos familiares o amigos, sentimos desde lo profundo de nuestro ser, que nos falta esa cercanía, ese encuentro o proximidad con los otros, el estar cerca y buscar en el abrazo, esa plenitud del alma que el coronavirus nos ha usurpado.

Cuando los seres humanos hemos asumido el bozal que les correspondía a los animales, cuando ese adminículo, denominado mascarilla se ha instalado en nuestros rostros, para distanciarnos de los otros y no contaminarlos, es cuando nos sentimos extraños a nuestra anterior sensibilidad. La mascarilla continuará por meses o por años distanciándonos de los otros y ella nos procura un sentido de desconfianza ante el otro ser humano, que está ante nosotros. Quizás es uno de los sentimientos más extraños, la incertidumbre que sentimos frente al otro y, por ello, el abrazo se ha caído, ya no hay la espontaneidad de tiempos pasados, cuando dos amigos, dos familiares, dos conocidos se entrelazaban en un abrazo.

 Hoy, vivimos una vida distante y fría. Podemos tener a nuestro alrededor, una mascota o una planta, pero de los nietos nos han alejado y ya no hay posibilidad del juego, de la lectura del cuento y del abrazo. Imploramos al cielo que, esta pandemia no se prolongue y que podamos recuperar la libertad, la cercanía de las personas queridas y buscar el reencuentro y la capacidad de socialización, cualidad inherente al ser humano y, entonces, con el gran Beethoven entonar con fruición, el Himno de la Alegría, que hoy nos está haciendo falta. (O)