«Avistamiento» de aves, una experiencia sensorial para invidentes en Colombia

Cali (Colombia).- La hacienda San Felipe, a las afueras Cali, capital del departamento del Valle del Cauca, se ha convertido en un remanso en el que personas con discapacidad visual pueden vivir una experiencia sensorial única «avistando» aves a través de sus cantos.

La riqueza ornitológica de Colombia está representada en las 1.900 especies que hacen del país el más diverso en el mundo, según Proaves, una ONG colombiana que centra sus esfuerzos en protegerlas y conservar sus hábitats.

A Stiven Santander, de 29 años, que perdió hace nueve la visión en un accidente de tráfico, lo que le interesa es «ver con los oídos» y por eso participa de una visita a este lugar en donde se reencuentra con la naturaleza.

«Es algo maravilloso (…) porque es un espacio acogedor, diferente, donde podemos no solo disfrutar de las aves, sino de la naturaleza que hay alrededor y de todos los sonidos del aire. Lo que más me llama la atención son los diferentes tipos de aves que podemos escuchar nosotros que nada podemos ver», dijo a Efe.

CAMBIO DE VIDA

Los propietarios de San Felipe Birding, Clara Cabarcas y su esposo Carlos Calle, rompieron esquemas y se dieron a la tarea de transformar el predio, que un día fue la finca de recreo familiar, en un espacio en el que los discapacitados visuales pueden apreciar la belleza de las canoras.

Primero establecieron que en su propiedad de 22 hectáreas revoloteaban 186 especies de aves, algunas de ellas endémicas, y otras que van de paso en migraciones y que solo dejan escuchar su canto porque son esquivas para fotografiarlas o grabarlas en dispositivos electrónicos.

Con paciencia fueron adecuando los comedores de las aves que eran atraídas no solo por las flores del lugar, sino por las frutas que les dejaban en puntos estratégicos.

Luego, y siguiendo las observaciones de expertos, trazaron un recorrido por la zona y como la idea era centrar su atención en las personas con discapacidad visual, tendieron una «línea de vida» -una cuerda que siguen quienes no pueden ver o tienen baja visión- la cual les permite desplazarse sin problemas en el terreno.

«Acá todo es muy seguro y podemos acercarnos a la naturaleza, escuchar a las aves y sentir los sonidos. Es fantástico, es genial porque podemos oír varias especies», asegura Walter, otro turista con una discapacidad que no le permite ver bien lo que lo rodea.

Recalca, con voz emocionada, que a pesar de que «uno no ve bien» la zona es hermosa y que la pueden disfrutar tanto los discapacitados como las personas que tienen sus sentidos completos.

PREPARACIÓN PARA VER A TRAVÉS DE SONIDOS

En 2021 se estableció en Colombia el Área de Importancia para la Conservación de las Aves (AICA), la primera ruta de aviturismo para personas con discapacidad visual en Suramérica.

La iniciativa la lideró la Asociación Río Cali, Colombia Birdfair, apoyada financieramente por el Programa Riqueza Natural de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

«Las personas invidentes tienen la capacidad de despertar todos sus sentidos. Ellos no es que no vean, sino que tienen una forma diferente de ver las cosas», expresa a Efe la representante legal de la Asociación Río Cali, Fernanda Jordán.

Explica que antes de iniciar los recorridos fabrican aves en alto relieve para que estas personas se familiaricen con ellas a través del tacto y las relacionen con sus cantos.

Además, en el recorrido los visitantes encuentran un código QR que se puede descargar en los teléfonos móviles con información de interés sobre las diferentes especies.

Más adelante se llega a un mirador en donde se puede escuchar el canto de las aves e identificarlas por sus nombres científicos o por la denominación común.

«Algunos de nuestros visitantes son invidentes de nacimiento pero hay otros que lo tienen desde hace poco, pero a pesar de todo son personas que tiene una actitud muy positiva frente a la vida», remarca Jordán, quien recuerda que muchas veces no se disfruta la naturaleza en todo su esplendor porque no hace falta ver para percibir la belleza. EFE