La desigualdad social

Bladimir Proaño

Por la característica de la reciente crisis, casi desde el inicio de la misma se ha platicado de la necesidad de involucrar a toda la ciudadanía para abordarla. Frenar al virus ha sido cuestión de todos y todas sin distinción y para ello se nos ha pedido colaboración, para resguardarnos en casa, para restringir los encuentros y contactos sociales, para mantener el distanciamiento social, para utilizar el cubrebocas, para vacunarnos… Sin importar profesión, edad, nacionalidad ni ninguna otra variable, la contribución conjunta de la ciudadanía ha sido y esta siendo la clave para vencer al virus y con ello superar la crisis sanitaria.

Pero la pandemia, esta crisis sanitaria, ha dejado tras de sí una honda huella. Un retroceso de diez años en los niveles de desigualdad social en Ecuador; la pobreza también aumenta. … A la par, la desigualdad económica entre los hogares del sector urbano y el rural mantiene su brecha; la pobreza rural supera el 40 % al 2020, mientras que la pobreza urbana se mantiene alrededor del 20 %. El resultado por tanto es una sociedad mas desigual donde el grupo que mas crece es el de los mas desfavorecidos. Un colectivo al que le cuesta cada vez más participar de la sociedad por sus dificultades para acceder, por ejemplo, a un empleo, al consumo, a una vivienda digna o a cuidar su propio estado de salud.

Y si para superar al virus la participación de la población en situación de exclusión social está siendo indispensable, también debe serlo a la hora de abordar la crisis social. Una salida de esta situación sin que ello suponga una mejora en las condiciones de vida de las familias más desfavorecidas será una salida en falso de esta crisis. Para ello, brindar oportunidades de empleo digno se antoja indispensable, pero también reforzar las medidas de protección social que aminoren y recorten la desigualdad. Una desigualdad que ya existía antes de la llegada de la COVID-19 pero que esta ha intensificado aún más.

En definitiva, si la intención es lograr una sociedad cohesionada, con bajas tasas de desigualdad y donde nadie se quede atrás, el estado de bienestar social debe jugar un rol protagónico asegurando los derechos para toda la ciudadanía, bien mediante la dinamización del mercado laboral o bien mediante la ejecución de mecanismos de protección social que amortigüen posibles desajustes. (O)