Los intereses ocultos

Mario Jaramillo Paredes

Para Contralor General se supone que debería escogerse a uno de los tantos ciudadanos capaces y con alto sentido ético que existen en el país. Igual que debería ocurrir con el nombramiento de otras autoridades de control.

Desgraciadamente no es así. Durante los últimos años se nombró a marionetas, no por su capacidad, sino por su cercanía con los gobiernos del momento. El correísmo a través de una dócil Asamblea creó ese esperpento al que llamó pomposamente Consejo de Participación Ciudadana. Sin vergüenza alguna escogieron con la calificación de cien sobre cien a quien fungió de Contralor y hoy está prófugo disfrutando de los millones de dólares, fruto de sus fechorías. El segundo de a bordo siguió el mismo camino torcido y también hoy está procesado.

Buena parte de los millones de dólares que se fueron por las alcantarillas de la corrupción, se dieron por falta de control. Contralor y Fiscales Generales, no solamente que permitieron, sino participaron en esa danza de millones. Es que fueron nombrados no para controlar, sino para cumplir las órdenes del mandatario, también hoy fugado junto con buena parte de su plana mayor.

Hoy están en marcha algunos procesos para investigar esos delitos. Para quienes son responsables de la corrupción (la mayor en la historia del país) es peligrosísimo un Contralor independiente, al igual que es una amenaza la actual Fiscal, que brilla frente a sus oscuros antecesores.

La agria disputa al interior del Consejo de Participación Ciudadana, se explica en la necesidad de nombrar un Contralor que no controle, sino que sea controlado. Y la alianza antinatura en la Asamblea de pachakutics del ala mariateguista, socialcristianos y correístas, también se explica por la necesidad de controlar la designación del nuevo contralor. En esa línea es entendible la posición del correísmo y sus aliados del ala violenta de la CONAIE. (O)