Entre aventureros y sensatos

Gerardo Maldonado Zeas

Este decadente Código de la Democracia, ha permitido que cerca de 300 organizaciones estén listas para participar en las elecciones de 2023, y con esto producir una dispersión de votos, porque según un cálculo simple, se podría llegar a tener hasta 90.000 candidatos.  En Quito ya se han manifestado como 20 aspirantes a la alcaldía; en Guayaquil al menos 10; y, en Cuenca una serie de nombres circulan en el ambiente, incluido el del actual alcalde, que dicen, iría a la reelección.

Este libertinaje en materia de democracia participativa da como resultado que un candidato a la alcaldía pueda ganar las elecciones con el 20 % o menos de la votación. Resultado legal pero ilegítimo, porque 4 de 5 votantes estarían en contra de su nominación. A quienes se les ha ocurrido hacer movimientos por doquier, no les interesa un ápice su ciudad o provincia, sino solamente el afán de recibir la cuota electoral, y el deseo vanidoso de la alimentar su currículum.

Por eso ahora, para no quedar mal, como los últimos de la contienda, pretenden juntarse. Con esto, inclusive tendrían un adicional del 20 % para fondo electoral; dos o más organizaciones podrían formar alianzas, y deberían crearse órganos de dirección y mecanismos para seleccionar candidatos, aunque sea en teoría. Todos sabemos que ese cuento de la participación democrática de las bases es un mecanismo poco real. Finalmente serán los dueños de los partidos quienes nominen a los candidatos.

A partir de este mes, tal como ya se observa, los movimientos políticos mueven sus fichas. Algunos precandidatos golpean las puertas de partidos nacionales y van cerrando sus círculos de afectos y desafectos; los partidos de alquiler ya calculan sus presupuestos en torno a quienes les podrían ofrecer una tabla de supervivencia, para no desaparecer del espectro político.

El elector de buena memoria tiene clarito quienes no han cumplido con sus ofertas de campaña y pretenden nuevamente postularse. Ahora con más experiencia, también saben discernir entre aventureros y sensatos. Los ciudadanos debemos exigir propuestas posibles, firmadas con testigos de buen nombre y prestigio. Y no dejarnos convencer por los embellecedores de a centavo. (O)