La rebelión del Marqués

Tito Astudillo y A.

La lectura, en estos días, de la novela «La rebelión del Marqués», de Eliécer Cárdenas Espinoza, en lo personal, motiva el recuerdo de la amistad y no menos admiración por el autor; la fascinación que produjo siempre y produce la vida de Eugenio Espejo, recién celebramos el Día del Médico Ecuatoriano en su memoria y legado; y el recuerdo de Eddy Castro, su cercana amistad con Eliécer y la motivación especial por el proyecto de la novela.

En una retrospectiva de su existencia ya en la vejez Fermín, el paje del Marqués y narrador en la novela, Eliécer nos entrega una panorámica de los aciagos tiempos de la Independencia y primeros de la República. Un perfil cercano del humanista ilustrado, médico, periodista y revolucionario, Eugenio Espejo; viajando, imprimiendo sus ensayos, consignas y proclamas; atendiendo enfermos sin distinción de clase o condición, haciendo prevención y su cercana amistad con el Marqués, su encarcelamiento y muerte: “hacia brotar nada menos que un bosque de ideas”, recuerda Fermín. El Marqués (Montúfar) en su laberinto, su posición aristocrática, fortuna y compromisos con la Corona; sus ideas independentistas y amistad militante con Espejo. La Escuela de la Concordia, la intentona independentista y su protagonismo, su renuncia, represión y caída que arrastra a toda su familia. Bolívar, la consolidación de la independencia y rehabilitación a la familia del Marqués. Desde luego, no podía faltar, una imposible historia de amor como hilo conductor de los recuerdos.

Narrada, desde la cotidianidad de sus protagonistas, por un testigo presencial que evolucionó sorteando taras y contradicciones sociales que caracterizaron la Colonia, constituye una crónica de la sociedad colonial y sus instituciones, clero, hechos y personajes que, con reminiscencias de la picaresca, de aventura y romántica, se concreta en una novela histórica que recrea un período dramático de nuestro destino como país y de sus héroes. (O)