Movilización contra la guerra

Ya no sorprende, pero el poder de los nuevos canales digitales de la comunicación son parte de la dinámica del mundo.

Y de esos canales se vale ahora la ‘sociedad civil’ para expresarse, protestar; para exigir derechos, democracia, libertad; para demostrar solidaridad, pero también para condenar, en este caso la guerra.

El gobierno de Rusia, donde la libertad es una quimera y expresare sin miedos es un riesgo, no midió cuan potente sería la reacción en su contra al invadir Ucrania, aunque su propaganda la disfrace de “operación especial”.

La condena por medio de esos canales le llega desde todo el planeta, excepto de gobiernos, como el suyo, autoritarios, disfrazados de “progresistas”.

Abstrayendo a los gobiernos, la gente del mundo, sin importar credo político, religioso e ideológico, exige a Rusia poner fin a la cruenta guerra desatada contra Ucrania, sumida, en gran parte, en escombros, mientras sus huyen a naciones vecinas.

Se autoconvocan, multiplican sus mensajes, incluyendo imágenes, organizan marchas de protestas, se hacen oír. Han sido capaces de golpear duro en el hombro de gobernantes cuyos países, aun con pretextos simplones, suelen permanecer impávidos ante hechos ignominiosos como los provocados por Rusia.

En ese contexto, quién lo creyera, Europa se muestra sólida, y cerca a Rusia por medio de sanciones económicas, pese a posibles retaliaciones. No sucede igual en Occidente, donde gobiernos prorusos se olvidan de su consigna de siempre: la soberanía, como si Ucrania no tuviera el mismo derecho para decidir por sí misma, y por hacerlo es invadida.

Ucrania debe enmendar su Constitución y, por lo mismo, rechazar unirse a cualquier bloque, el de la OTAN sobre todo. Ser un estado neutral. Esto le exigen los rusos. ¿No es esto atentar con la soberanía de un pueblo?

Y esto lo deben tomar en cuenta los gobiernos: una “movilización digital” siempre estará sobre sus cabezas cuando hagan mal las cosas.