Zares y déspotas

Mario Jaramillo Paredes

Entre Iván el Terrible- el primer príncipe ruso en adoptar el título de Zar- Stalin, dictador comunista y Putin, existen enormes diferencias políticas. Pero les une el despotismo y el desprecio a los derechos humanos.

Iván IV, apodado El Terrible abrió Rusia al mundo en el siglo XVI y ensanchó las fronteras hasta convertir a su país en uno de los más extensos del mundo e inició la era de los zares. Pero fue un déspota despiadado que, entre mil crímenes, asesinó a su hijo, disfrutaba botando perros a un precipicio o castigaba a sus enemigos arrojándolos a jaurías hambrientas para ser devorados.

Stalin -en buena parte el creador de Rusia como gran potencia del siglo XX-le sucedió a Lenin como cabeza de la revolución y gobernó por treinta años sin permitir que nadie le contradiga. A los que consideraba sus oponentes los eliminó, comenzando con León Trotsky- creador del Ejército Rojo y el mejor cerebro de la revolución-al que mandó a asesinar en México en 1940. Los cálculos sobre el número de seres humanos que fueron eliminados con el stalinismo son dispares, pero un término medio habla de alrededor de seis millones en los Gulags -campos de concentración para trabajos forzados- en la Gran Purga de 1937 o en la Gran Hambruna que cobró cientos de miles de vidas, sobre todo en Ucrania. Putin es un enano frente a los dos, pero un enano con armas nucleares.

Un país es la Rusia de Pushkin, Dostoyevsky, Gorky o el gran Tolstoi, o la potencia científica que mandó el primer satélite artificial en 1957 o el primer astronauta en 1961. La de los grandes músicos como Tchaikovsky o científicos ganadores de premios Nobel. Y, otra es la Rusia de los zares, Stalin o Putin. Sin embargo, en el fondo hay una coincidencia y una especie de destino fatal entre muchos de sus gobernantes con una marcada tendencia hacia las peores formas de despotismo y desprecio a la vida de las personas. Unos como monarcas absolutistas, otros como líderes de la extrema izquierda y el actual como representante del neofascismo. (O)