Motín en la cárcel de Turi

El 23 de febrero de 2021, durante un motín fueron asesinados 24 reclusos de la cárcel de Turi, en Cuenca. Los más, fueron decapitados.

Esa masacre causó horror en la ciudad; en todo el país. Hubo lamentaciones, mea culpas, remociones de autoridades carcelarias, declaratorias del estado de emergencia, compromisos institucionales para, dizque, retomar el control de la cárcel, amén de las consabidas investigaciones.

Este 3 de abril de 2022 vuelve a ocurrir un hecho similar. Como en los demás centros carcelarios del país, mal llamados Centros de Rehabilitación Social, en el de Cuenca las bandas delictivas se disputan el control, siguen delinquiendo, en suma, sembrando el terror entre la ciudadanía.

El motín deja como saldo más de diez reclusos asesinados; otros, heridos; otros recapturados tras su intento de fuga.

El flamante ministro del Interior, Patricio Carrillo, se estrena con semejante hecho de sangre. Junto con otras altas autoridades del gobierno instaló en la ciudad un Puesto de Mando Unificado a fin de coordinar acciones y tomar decisiones, comenzando por retomar el control de la caótica situación.

Pues, reasumir el control propiamente dicho del centro carcelario ha sido y es imposible. Los internos han dado muestras palpables de sus operaciones, sangrientas las más, para tener casi todo bajo su mando. Y esto lo saben las autoridades, el mismo gobierno; además, el caso no es solo de la cárcel de Turi, sino de todas las del país. Lo dijo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su informe, recientemente enviado al Ejecutivo.

La cárcel de Turi será regional. Lo prometieron autoridades precedentes cuando la inauguraron. No se ha cumplido; más bien, cabecillas de bandas narcocriminales son sus “huéspedes”.

El alcalde de la ciudad pidió se entregue a la Municipalidad la administración de la cárcel. No hay respuesta. A lo mejor, porque eso es imposible jurídicamente.

Los sucesos de ayer, con seguridad pasarán a ser parte del triste historial del sistema carcelario del país. La crisis en este campo es estructural. Si no es analizada bajo esta realidad, seguirá el desangre entre reclusos. Es lamentable decirlo; pero es así.