Capitalizar el nombre

Viviana Bernal Estrada

Y fue entonces cuando la escuché hablar sobre capitalizar el nombre, no comprendí a qué se refería hasta que a manera de relato habló sobre su vida y cada oportunidad que abrazó con fuerza para aprender, equivocarse y cultivarse.

Asintió que no es tarea fácil pues se trata de trascender por largo al objeto, se refería con exactitud al sujeto, aquel capaz de acaudalar su buen nombre y lo que conlleva un bagaje de historia, anonimatos y demás.

Capitalizar el nombre es entonces honrar a la genealogía, revelar el conocimiento y forjar la esencia; capitalizar es también legar lo mejor de uno para propios y extraños, pero, sobre todo, es llegar a ser un factor de producción visto de cuan buenos somos para nuestras familias y sociedades y de cuan valederos somos como ciudadanos de un mundo que debe cimentarse en la ética, sostenerse en la integridad y concebirse en la sensibilidad. Un mundo con el que mis padres soñaron para mí y que hoy, lastimosamente, se aleja de ser el mismo para mis hijos.

Somos más que un nombre, un rostro o una voz, somos nuestro propio capital y el de quienes amamos, somos el capital que el mundo clama. (O)