Drama y remesas

No deja ser una dicotomía hasta cierto punto perversa. Refleja una realidad social del país asimilada como “normal”.

En estos días los medios de comunicación despliegan informaciones sobre el monto de las remesas enviadas al Ecuador por los migrantes, sobre todo de quienes, con o sin documentos, trabajan en los Estados Unidos.

También dan cuenta de la muerte de tres indocumentados, dos de Cuenca, uno de Azogues, en un accidente de tránsito ocurrido en Guatemala. Cruzando las fronteras de países centroamericanos intentaban llegar a ser parte de “sueño americano”.

Según informe del Banco Central, USD 4.362,6 millones es el monto de las remesas enviadas en 2021. Se considera una cifra récord. Las enviadas desde Estados Unidos ascendieron a 2.768,1 millones (63,5 %). Desde España, 909,5 millones (20,8 %). Desde Italia 190,1 millones (4,4 %). Del resto del mundo, 494,7 millones (11,3 %).

La paradoja: el monto de las remesas contrasta con la inversión extranjera en Ecuador. Esta, en 2021 ascendió a USD 620,6 millones; en 2022 fue de 1.104,2 millones.

En los últimos seis años, las remesas sumaron USD 19.406,8 millones. En este mismo periodo la inversión extranjera representó 5.481,6 millones.

Sí, a todas luces una paradoja, un sin sentido; no así, por ejemplo, para grupos políticos, poco o nada interesados en la economía del país. Si se va a pique, mejor para ellos para “pescar a río revuelto”. Si la inversión extranjera es baja, no les importa. ¿Acaso estas actitudes no se reflejan en la Asamblea Nacional?

Lo otro: el drama humano. Las remesas enviadas le cuestan al país sangre y lágrimas. El bienestar de unos, entre ellos el del país para sostener en algo su economía, choca con el dolor de otros.

No se puede ser insensible ante el drama de quienes, en busca de mejores días, sin documentos se arriesgan a migrar, endeudándose, dejando esposas, hijos, pese a conocer los peligros. Unos lo logran; otros mueren en el camino.

Dos caras opuestas del fenómeno migratorio irregular. (O)