García Marinozzi: «Escribir del amor es como ser equilibrista»

Ciudad de México.- Para el novelista argentino Gastón García Marinozzi escribir sobre el amor implica un riesgo por ser el gran tema de la literatura, que se ha abordado desde todos los ángulos y con el que siempre existe la posibilidad de trastabillar.

«Te puedes caer hacia cualquier lado y todos son en contra de la literatura; uno tiene que hacer ese ejercicio con cautela porque escribir del amor es como ser equilibrista», aseguró en entrevista, el autor originario de Córdoba.

El escritor se refiere a su más reciente novela, «Los lugares verdaderos», una obra editada por Alfaguara que recrea el último día de una relación de pareja, con reflexiones acerca la ruptura de las relaciones de amistad y acerca de las obsesiones del mundo moderno.

«La novela pretende contar ese momento en el que la vida continúa, a pesar de una instancia tan fuerte y dolorosa como puede ser una separación de una pareja de amantes; la vida se impone siempre, sigue. Es un poco lo que pretendo contar en esta historia», afirma.

En la novela de 192 páginas Pedro y Ana pasan juntos su última Navidad, no pelean, pero el desamor los ronda como un pájaro negro. Según el narrador, el amor muere a la manera de las ballenas, en silencio, poco a poco, aplastado por su propio peso, encallado en una playa ajena, irreconocible.

«Siempre me interesó darle una vuelta a la historia de Moby Dick; si yo tuviera una religión sería Jorge Luis Borges y Moby Dick; me importaba el tratamiento de la obsesión por la ballena. Miles de personas han tratado la misma idea, en eso no soy original, pero acá quería meterlo en una historia de amor y cómo a veces nos volvemos locos por el amor», explica.

LA BALLENA BLANCA

La barba entrecana de García Marinozzi le da un aire de Ernest Hemingway. Las entradas en la frente confirman la imagen que se llena de colores si uno compara la obsesión por el amor de su nueva novela con la del viejo pescador Santiago en «El viejo y el mar», del Nobel estadounidense. Pese a eso, el autor argentino insiste en relacionarla con la obra sobre la ballena blanca, de Herman Melville.

«Quise contar cómo a veces el amor se nos torna en esa obsesión que no nos deja vivir, para bien y para mal. Por eso Moby Dick está tan metido en la novela; en algunos momentos de nuestra vida nos obsesionamos con el amor de la misma manera que pasa en la obra de Melville», asegura.

En «Los lugares verdaderos» la Navidad no celebra ningún nacimiento; todo lo contrario, además de servir de cierre al amor de una pareja, también finiquita la relación entre amigos a los que el tedio separó. En la Nochebuena hablan de fanáticos de izquierda, de vegetarianos y retratan obsesiones del mundo de hoy.

«Deseaba contar sobre mi generación de cuarentones, que están buscando una aprobación. Eso los lleva todo el tiempo a tomar partido por algo; viven pasiones por temas que a veces no les importan tanto: la política, el veganismo, la crianza de los niños, el feminismo, la homofobia. Todo se resume en estoy a favor o en contra; lo que dé más éxito en las redes sociales», revela.

En comparación con sus dos anteriores novelas, «Viaje al fin de la memoria» y «El libro de las mentiras», «Los lugares verdaderos» está escrita en tercera persona y delata que quien la escribe es un lector de poesía.

«Este libro no está amarrado a la realidad, está amarrado a los sentimientos, entonces tenía que jugar con imágenes poéticas. Yo no soy poeta; es algo difícil que admiro, pero intenté este juego de la poesía para acercarme al tema del fin del amor», asegura.

García Marinozzi escribe apenas una hora al día, no tiene tiempo para más porque parte de su jornada la dedica a un acto más generoso que el de leer y escribir: ejercer su oficio de padre.

«Si no tuviéramos el amor seríamos meros algoritmos, creo que es lo que nos hace todavía soportar la humanidad. El problema es cómo entendemos y cómo usamos ese amor», reflexiona y, aunque no se refiere a su paternidad, sugiere que en la vida real él también es, a veces, un equilibrista. EFE