El país de los 1.001 oficios

Leonar Durán

El de serruchero. Se lo ejerce más en el campo de la política. “Conspirador con sueldo” los llamó el siempre vivo José María Velasco Ibarra a los vicepresidentes de la República.

Según la teoría del viejo caudillo, estos segundones siempre estaban al acecho de la caída del presidente y hasta se complotaban con los golpistas.

Tal calificativo, en el gobierno de Febres Cordero mutó a serrucho.

A propósito de vicepresidentes, ¿sabe alguien a qué se dedica o qué labor le ha sido encomendada a don Alfredo Corral Borrero, quien asoma solo cuando hay ceremonias de posesión en Carondelet u ocurren desgracias en Cuenca?

Dicen que en la Asamblea también hay un serrucho con pinta de bisonte en invierno. Está al acecho de la caída de doña Guadalupe.

El de multicompetente. Algo así como un ambidextro; pero no. A esto se dedican sobre todo ciertos jueces que todo lo pueden hacer, tanto que hasta pueden dejar libres a todos los presos con sentencias en firme.

Al verlos, cuando menos en la tele, recuerdo la fina ironía dicha por un exconcejal de Cuenca al disentir con otro. “Nada más injusto que estudiar derecho”. Pues él es médico; letrado, el otro.

El de troleros. Un oficio nacido con la tecnología. Tienen trabajo, sucio por lo general, en la política. ¡Dónde más!

Celular en mano se dedican las 24 horas del día a replicar mensajes, a contrarreplicar, a insultar, a tergiversar informaciones. Todo para favorecer al amo que les paga o son sus fieles devotos.

El de “nazapirámides”. Un viejo oficio cuyos principales clientes son algunos militares. Basta con ofrecer intereses del 20, 25, 50 y hasta del 90 % para que miles de giles, aun vendiendo hasta las ropas íntimas, les entreguen montañas de dólares. Luego se alzan “con el santo y la limosna”.

El de “asesorólogos”. Un oficio bien categorizado con escalas que van de 1 a 2, a 3 y hasta a 4; 5 inclusive sin son masterados, visten ternos canutos, y llevan dos y tres móviles e igual número de computadores. Por lo general llenos de teorías, hallan trabajo en el ámbito político. ¡Dónde más!

El de asambleístas. Quién no quisiera este oficio. Díganlo. Con que tenga instrucción primaria, sepa alzar la mano, guardar silencio, ser vivo para negociar, pactar, tranzar, robar sin hacer notar, y traicionar, suficiente.  Y son sueldazos, ah; más las “mordidas”.

Habrá tiempo para citarles otros oficios. (O)