Un símbolo de la corrupción

Hernán Abad Rodas

La banda delincuencial autodenominada “revolución ciudadana”, llegó al poder anunciando a las alegres multitudes el fin de la larga noche neoliberal. Ha pasado más de una década, y las fórmulas para sacarnos de la pobreza tan promocionadas por los SOCIOLISTOS del siglo XXI no dan ningún resultado y sabor es más amargo para la gran mayoría de los ecuatorianos y para los miles de conciudadanos que emigran o se hunden del todo; mientras las Instituciones, la democracia y los valores humanos, se destruyen irremisiblemente bajo una aureola de incertidumbre, galopante y “venerada” corrupción.

Aunque pretendan el presidente Lasso, así como sus colaboradores, negar su participación en la liberación de Jorge Glas, los hechos hablan por sí solos. El tiempo lo confirmará o lo negará.

El dejar suelto a uno de los SÍMBOLOS MAS CONOTADOS DE LA CORRUPCIÓN CORREÍSTA es un acto político reprochable y polémico; además de ser una burla para todo el sistema de justicia ecuatoriano que aún vive en cautiverio del poder político, al igual que las amnistías concedidas a los delincuentes que participaron en la quema de Quito y en las revueltas de octubre de 2019.

La probable participación de Lasso en la salida de Glas es una ofensa para los ciudadanos decentes y respetables de este país.

De ser así, Lasso habría cometido un error garrafal, su presidencia quedaría manchada históricamente y por tiempo indefinido.

Uno de los grandes males, destructor de las instituciones, así como de la política es la corrupción. Se perfecciona aún en los países que tienen sólidas democracias, en donde es complicado corromper.

La corrupción en nuestro país ya no es un episodio aislado. Es un estado de cosas, una especie de aire contaminado y de enfermedad colectiva.

La corrupción prospera cuando hay tolerancia social, adoración al dinero, al éxito irracional, y un apetito desmedido de poder. Su origen está en la caducidad de los valores morales y en la ignorancia de la ética.

Hay noches en que pienso en los  misterios de la justicia y cuando el velo del sueño cubre mi cuerpo, duermo y me paseo solitario en el valle de la sombras de la vida; me traslado a orillas del río de la sangre y de las lágrimas y en Manglaralto   escucho los suspiros aterrorizados de la justicia clamando libertad con impotencia, y contemplando la nada trato de liberarla de su cautiverio; pero al despertar, la realidad vuelve a emerger de sus escondites nocturnos, y veo a la justicia que pone el cuello del hombre honrado bajo el dominio del tirano, del corrupto, del ladrón y somete mentes débiles a los hijos de la codicia, para ser usados como instrumentos de su poder. (O)