A Lasso y sus “enemigos”nálisis político

Marco Salamea Córdova

Es común en algunos gobernantes que, para eludir sus responsabilidades respecto a los problemas que no pueden resolver o frente a situaciones que no salen como ellos quisieran, culpen a sus enemigos políticos de todo lo que pasa.

Este parece ser el camino que está tomando el Presidente Guillermo Lasso; pues como respuesta a los múltiples problemas sociales y de inseguridad que vive el país, y a los reclamos ciudadanos sobre estos temas, la respuesta va siendo la de buscar sucesivamente culpables y construir “enemigos”, según los temas y circunstancias; “enemigos” a los cuales crítica con una virulencia cada vez subida de tono y con epítetos que nos recuerdan la época del correísmo.

A más de un natural enemigo político, que es el ex Presidente Correa, el Presidente Lasso ha convertido en nuevos enemigos políticos a figuras como Jaime Nebot, azuzando incluso con esto una antigua enemistad personal que existiría entre los dos. Atrás quedaría la alianza de Nebot con Lasso, y que le permitiría a este ganar la Presidencia de la República. Recientemente la confrontación alcanzaría su máxima expresión con las duras declaraciones de Lasso contra Nebot y la respuesta de este último. Con esto se confirmaría, una vez más, el aserto de que en política no hay “amigos” sino intereses.

Un aserto que se confirmaría también con la ruptura de Lasso con Xavier Hervas, a quien acusó duramente de evadir impuestos debido a que el bloque parlamentario de la “Izquierda Democrática” no apoyó la aprobación del Proyecto de “Ley de Inversiones” propuesto por el Gobierno. Y, hace pocos días, Lasso endilgaría el epíteto de “gil” al ex Presidente Moreno, a pesar de que este último realizó una gestión muy cercana a los postulados de Lasso.

Pero también otros “enemigos” han sido creados fuera del mundo de la política. Este es el caso, en el un extremo, del líder indígena Leonidas, acusado por Lasso de conspirador; y, en el otro extremo, el banquero Fidel Egas acusado de evadir impuestos, y con quien sin duda se abriría una disputa aparte por el control del mercado financiero nacional.

 Mientras tanto los verdaderos enemigos a los que hay que combatir aparecen casi invisibilizados: la pobreza, la inseguridad, el deterioro de los servicios públicos, etc. etc. (O)