¡Ay la Marce!

Juan F. Castanier Muñoz

Con ocasión de la entrega de unas firmas de afiliación en el CNE, la señora Aguiñaga, titular del movimiento Revolución Ciudadana, dijo entre otras cosas: “no queremos que nos regalen nada”. ¡Qué buena noticia! Si pues, hubiese sido el colmo que después de que se llevaron el santo y la limosna, durante catorce insufribles años, todavía vengan a reclamar que tenemos algo que “regalarles”. En el mismo evento han declarado que en el futuro entregarán más firmas de adhesión, lo cual constituye una interesante novedad, porque significa que irán entregando las firmas “a plazos”, o en “diferido”, o “en cómodas cuotas”, lo cual rodeará de suspenso al proceso y asimilará la acción democrática electoral, a la venta de refrigeradoras, cocinas o sartenes.

En otra declaración, la señora Aguiñaga dice: “en el accionar de nuestro movimiento hemos comprobado que trabajamos en forma transparente y clara, por ello rechazamos categóricamente que hoy se nos pretenda vincular con el procesado e investigado señor Carlos Polit”. A menos que la señora se haya referido a otro Carlos Polit, futbolista, marinero o vendedor de ceviche de chochos, que la máxima dirigente de la Revolución Ciudadana pretenda negar la íntima relación, el contubernio perverso y delincuencial, la concusión flagrante, entre Carlos Polit Faggioni y el top ten de la banda correista, nos parece “digno” de incluírsela en la “caretucada de la semana”. Polit Faggioni fue, indiscutiblemente, uno de los “correa boys”, tan cierto, que el “innombrable” hasta convocó a un óbolo humanitario para pagar su fianza y sus abogados.

Y hablando de abogados, pasado mañana, la Corte Superior de Santa Elena se pronunciará sobre la apelación que hizo el SNAI (sistema nacional de prisiones) a la concesión del habeas corpus a Jorge Glas por parte de un juez de Manglaralto, que entre otras linduras, no sabía dónde queda Latacunga y en qué prisión se encontraba detenido Glas. La aplicación correcta de la ley y la vindicta pública se inclinan, a no dudarlo, porque la Corte se pronuncie a favor de la apelación y Glas regrese a la cárcel, donde aún le queda mucho por pagar.  (O)