El informe a la nación

Ecuador parece ser -o es mismo-, uno el país de los analistas; otro el del gobierno nacional; otro el de la oposición; pero, otro, y muy distinto, el real.

Resultan, por lo tanto, visiones e interpretaciones distintas, interesadas, complejas, no siempre objetivas.

Tras el informe a la nación rendido por Guillermo Lasso al cumplir su primer año de gobierno, son disímiles las interpretaciones y los análisis hechos a lo expuesto por el presidente.

El pueblo “llano ya sencillo”, no siempre bien informado, califica, evalúa al gobierno desde su realidad, de su día a día; en otras palabras, desde su bolsillo, desde su estómago, de cuan seguro está para cumplir sus tareas cuotidianas.

Si por factores externos e internos, algunos productos de la canasta básica suben de precio; si palpa y hasta ha sido afectado por la inseguridad; si no tiene posibilidades reales de trabajo; si no hay medicinas en los hospitales públicos, aun de la debida y oportuna atención; si ve pocas posibilidades para ingresar a la universidad pública, la evaluación será mala, regular.

Quienes analizan el manejo económico, aprueban, desde la “puesta en orden la casa”, hasta la apertura a los mercados internacionales, a las alianzas regionales, aún los créditos de los multilaterales, ni se diga la reducción del déficit fiscal, el crecimiento económico en 2021, la seguridad para los inversores.

Este panorama de estabilidad, dicen, permitirá el despegue en el segundo año del gobierno. El presidente también así lo cree, y lo dijo en su informe.

Desde la oposición, donde todo se ve fácil, el panorama no es tan halagador. Y más si estamos en un año electoral; y en la agenda de ciertos sectores prevalece la animosidad, la camorra. Hasta quieren imponer sus postulados a como dé lugar.

Aprendida la lección, el gobierno tiene el reto de recuperar la credibilidad y la confianza, de enderezar ciertas cosas, de plasmar sus ofertas en materia de trabajo, salud, seguridad; sobre todo de redireccionar su política comunicacional -si acaso la tiene-, uno de sus más crasos errores.