Balotaje en Colombia

En Colombia, donde el voto no es obligatorio, deberá elegirse al próximo presidente de la república entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández.

Los dos pasaron a la segunda vuelta, ya prevista con anterioridad en las encuestas.

La sorpresa la dio Rodolfo Hernández, un veterano y acaudalado empresario, y exalcalde de Bucaramanga.

Vino desde muy atrás. En pocos días irrumpió con fuerza, hasta desplazar a Federico Gutiérrez.

Es, por lo tanto, el “outsider” de los comicios celebrados el domingo, considerado incluso como un “fenómeno político”.

De 77 años de edad, Hernández, con un lenguaje directo, de propuestas anticorrupción, más el soporte de las redes sociales, pone en apuros a Petro, el archifavorito en las encuestas de la primera vuelta.

Las etiquetas políticas, tan de moda en estos tiempos, no se han hecho esperar. A Hernández le consideran el “Trump colombiano”. El término “progresista”, como se autocalifican los partidarios de la corriente Siglo XXI, le endosan a Petro; en tanto su oponente sería un populista.

Pero analistas políticos serios hablan de un populismo de izquierda o de derecha. El progresismo, correctamente concebido, mal puede ser patrimonio de una sola de estas corrientes.

Pero Colombia se enfrenta ante una propuesta de libre mercado, de aperturismo, en suma, de pragmatismo, de creer en la división de poderes; y otra con predominio del Estado, teóricamente la antítesis del capitalismo; pero, sobre todo, llena de incógnitas.

Lo primero lo encarnaría Hernández; lo segundo, Petro, exguerrillero, dispuesto a romper la mala racha de la izquierda de no poder llegar nunca a ser gobierno, aun por la fuerza de las armas y la violencia.

Los dos van ahora por los votos de los demás candidatos. Hernández ya recibió el apoyo de Gutiérrez.

Ecuador mira de cerca el proceso eleccionario del vecino país. Hay motivos suficientes para estar a la expectativa; preocupado, además.