Honor a un cirujano cabal

Edgar Pesántez Torres

La mayor compensación que puede alcanzar un médico es la de tener honor y ser valorado por ello; honor que no dice relación únicamente al valor en la conflagración, sino en la batalla profesional cotidiana. De ahí que, un refrán plúmbeo a ponderar el trabajo cabal de un ciudadano: “A todo señor, todo honor”, sentencia bienvenida al doctor Luis Mario Maldonado Ochoa.  

En la mitad del siglo pasado pocos fueron los médicos que viajaban al exterior a especializarse, entre ellos el doctor Luis Maldonado Sánchez, quien a su retorno de Chile puso sus conocimientos al servicio de los hospitales San Vicente de Paúl y del IESS, así como de clínicas particulares, entre ellas la suya. Compartió sus conocimientos con estudiantes de Medicina y sus hijos, siendo Luis Mario quien seguiría sus pasos en el manejo del bisturí, con estilo y carisma propios.   

Tentado por seguir Psiquiatría, alumbrado por las clases de su maestro Gustavo Vega Delgado, finalmente pudo el ejemplo de su padre. En 1992, la Universidad de Chile le otorga el Título de Cirujano General con “Distinción Máxima”. Afanoso de mayores experticias siguió estudios en Histocompatibilidad en el Instituto de Salud Pública de Chile y Trasplante Renal en el Hospital Clínico de la Universidad del mismo país. En la Clínica Kennedy se perfeccionó en Coordinadores Hospitalarios de Trasplante.

Su mayor desempeño lo realiza en el Hospital José Carrasco Arteaga, en el cual dejó su impronta hasta hace poco como Director Médico. Inició la docente en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Chile, luego Tutor de Posgrado en las universidades de Cuenca y del Azuay. Entusiasta gremialista, llegó a presidir la Sociedad Ecuatoriana de Cirugía y organizar el XLIII Congreso Nacional, sorteando la terrible pandemia.

Es inoficioso enumerar el vasto currículo a su haber, ni siquiera sus certificados, diplomas, pergaminos y títulos, porque su prestigio no está en ellos y ni siquiera en traje blanco de consultorio o en el verde de quirófano, sino en lo que tiene debajo de eso: artesano, científico, artista y humanitario porque trabaja con las manos, la mente, el corazón y el alma. Diferente de similares al no ser sólo discípulo de Hipócrates, sino también de Dios y de Carreño

La Sociedad Ecuatoriana de Cirugía le acaba de otorgarle el máximo galardón “Dr. Miguel H. Alcívar”. ¡Felicitaciones al laureado, a la Sociedad de Cirugía y a las instituciones donde trabaja!  (O)