La calcomanía del socialismo

Hernán Abad Rodas

¿Es posible que una dictadura llegue al poder sin golpe de Estadio violento y sangriento?  Por supuesto que sí, existe en la historia una decena de ejemplos, obviamente, sus protagonistas nunca fueron demócratas, se escudaron en la democracia para ostentar el poder y así operativizar su macabro plan.

Son muy fáciles de identificar, buscan cambiar todo el andamiaje jurídico e institucional tras la imposición de leyes o, incluso, con la fórmula aplicada en el siglo XXI, a través, de constituyentes que ocultamente pretenden consolidar modelos/ sistemas que le permitan atornillarse en el poder controlando absolutamente las instituciones del estado.

Latinoamérica es cuna de esta revolución que, como toda revolución en la historia política de la humanidad, empeora todo lo que encuentra, logrando mejorar únicamente la calidad de vida de sus protagonistas.

El siglo XXI en esta región comenzó con la Venezuela de Hugo Chávez, una oda al centralismo, al clientelismo, al perniciosos Estado paternalista, donde los gobiernos ordenan a las personas hasta lo que deben comer.

Este sistema “socialista”, con los gobiernos de Cuba como mentor ideológico y el de Venezuela como financista, infectaron a la región con la CALCOMANÍA DEL SOCIALISMO en algunas naciones más gravemente.

En Bolivia como en el Ecuador, se utilizaron los petrodólares de Venezuela para inversiones que coadyuvaron a sus respectivas economías, el comunismo oculto en la doctrina del Socialismo del siglo XXI fue epicentro de una corrupción de la cual aún se desconocen cifras reales.

De este lúgubre modelo surgieron los gobiernos de Lula, los Kirchner, Evo, Correa, Rousseff, entre otros. La característica transversal en estos fue la corrupción desbordada, escudada en la desinstitucionalización; y el caso de nuestro Ecuador, cubierta con el manto fúnebre del llamado Consejo de Participación Ciudadana y control Social; algo así como el botín de la Constitución correísta a disputarse y repartirse entre bandidos.

La democracia suministra los medios más eficaces para verificar y controlar los abusos del poder, cuando está bien concebida y ejercida por personas honestas y de probada capacidad ética y moral; constituye el sistema gubernamental más aceptable para la época actual.

Una democracia sin participación, sin pluralismo y sin alternancia, es una burla y una tenebrosa mentira. (O)