Mes del niño

Francisco Chérrez Tamayo

Mi homenaje en su mes, para todos los niños ecuatorianos; en especial, para esos niños desvalidos, desprotegidos, explotados física y psicológicamente, muchas veces abusados sexualmente por depravados pederastas ególatras. Niños que tienen que ganarse la vida trabajando, para conseguir algún mendrugo que aplaque su hambre o algún harapo que mitigue su frío. Para todas esas criaturas que nacieron sin techo, protección ni abrigo; que hacen de la calle su hogar, su templo y su evangelio; que no tuvieron ayer, que en forma inaudita se sacrifican hoy, y no tienen ninguna esperanza en el mañana. Que salieron al mundo con el estigma de no ser nadie en la vida; seres de ojos profundos, mirada vaga y meditabunda; niños de huesos al desnudo y pómulos salientes, verdaderos arquetipos de calaveras al viento, que no alcanzan a comprender las injusticias y las inequidades de los seres humanos, de nuestra infamante sociedad.  Con su carita pintada desafían el frío, el sol, la lluvia; el sudor y sus lágrimas no inmuta al apresurado transeúnte, que pasa raudo y frenético, sin reparar en sus súplicas y ruegos; su tierna mente no tiene la capacidad de diferenciar entre tiempo y espacio, peor, entre el principio y el final de su insólita existencia. Como todos los días, la misma rutina, al filo de la noche recorren el velo de su disfraz ; con los primeros rayos de la luna que les mira compasiva, inhalan  un poco de solución para aplacar su apetito, y mitigar sus penas ;  se cobijan bajo la sombra que proyecta el puente, se arropan con  “guiñapos”,  y con el arrullo del sonido del río tratan de dormir, para soñar en que quizá cambie su mañana; amanecerá un  nuevo día y nada cambiará, seguirá el mismo engaño, las mismas mentiras y falacias, porque a pesar de sus ofrecimientos, los gobiernos de turno y los poderosos, continuarán aprovechándose de su presente y destruyendo su futuro. Siquiera por “su mes”, recapacitemos que aquellos niños necesitan comprensión, solidaridad, cariño, salud, educación; y de no poder brindarles aquello, al menos respetemos sus tan promulgados derechos. (O)