Ernesto Cañizares pasó de ser arquero del Bonicatti a director general de los Juegos Sudamericanos Cuenca 1998

Ernesto Cañizares tiene en su “museo deportivo” la réplica de la tea que encendió los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Foto Xavier Caivinagua/El Mercurio

Entregarse a una hamaca y sentir una suave brisa cuencana. Cerrar los ojos y dejarse acariciar los oídos por música nacional entonada con piano. Es uno de los gustos que se da Ernesto Cañizares, médico de profesión y exdirigente deportivo con gran suceso en las décadas 80 y 90.

De raíces cuencanas, vivió una época en Guayaquil debido al trabajo que tenía su padre como abogado. En su juventud aprovechaba el tiempo para presenciar programaciones completas de fútbol en el Capwell o en el Modelo. En esos años había dos, tres partidos incluido el de fondo que era el más importante.

Era arquero en el Colegio Espíritu Santo. Seguía de cerca a grandes figuras como al paraguayo Ramón Mayerenger que llegó a Emelec después de ir al Mundial de Suecia 1958. Alababa a Helinho, “El Pez Volador”, cuatro veces campeón con Barcelona SC; a Pablo Ansaldo, arquero de Barcelona SC que llegó a tapar con dos costillas rotas; a Alfredo Bonar, entre otros.

De regresó a Cuenca fue arquero en el Colegio Rafael Borja. Tras conocer que detrás de la antigua cárcel entrenaba un grupo de futbolistas se integró al Club Social y Deportivo Bonicatti, el recordado equipo de los años 60, de las rayas plomas con blanco. Llegó a tapar una temporada antes de colgar los guantes.

“Necesité lentes, en ese tiempo no había rayo láser para los miopes. Y lo peor fue que entré a estudiar Medicina. Allí me dijeron, hermano cuando entras a estudiar Medicina te olvidas del mundo, sus popas y sus glorias y chao actividad deportiva-competitiva”.

Como alternativa empezó a practicar bicicleta de forma recreativa. Hace poco dejó de hacerlo. “Tengo 74 años, ya no es chiste, ya mis reflejos no son los mismos y empecé a tener miedo. Además, hay mucha imprudencia. Los automovilistas no respetan del todo al peatón y al ciclista, pese a que ha mejorado, así que ahora camino. La bicicleta la uso solo cuando estoy en la playa, muy esporádicamente”.

Además de caminar y escuchar música, le fascina leer, investigar y escribir. Admira a grandes escritores y poetas latinoamericanos como Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Gabriel García Márquez, Isabel Allende, Eliécer Cárdenas.

En su “museo deportivo”, tiene la réplica de la tea que encendió los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996; obsequios de íconos del deporte como Mario Pons, Rolando Vera, Jefferson Pérez; y algunas de sus publicaciones como: Un guayaquileño y un inglés, los inicios del fútbol en Cuenca, Hitos en la historia del deporte en el Azuay; Las Décadas del Boom, etc.

En la actualidad tiene listo el material sobre la historia del Estadio de El Ejido; los inicios del ciclismo azuayo; y está en proceso una investigación sobre el juego de cañas. “Se jugó mucho en España, en tiempos medievales. Tengo la hipótesis que se jugó también en Cuenca porque Gil Ramírez Dávalos lo jugaba en España, lo jugó en Cuzco y cuando vino a Cuenca por qué no va a jugar. He tenido apoyo de algunos historiadores”.

Perspectiva sobre el deporte azuayo

Inicios dirigenciales

Cañizares empezó su carrera dirigencial de un modo hasta cierto punto inconsciente. Cuando Cuenca fue sede de los Juegos Nacionales en 1979 fue designado como coordinador del Departamento Médico. Así se vinculó a la Federación Deportiva del Azuay (FDA).

Debido a una pugna interna y en busca de una solución, el entonces presidente del ente federativo Hugo Abril Barros le encargó el Comité de Baloncesto junto a Marcelo Carvallo y Franklin Encalada.

Los dos le dieron la confianza como presidente, cargo que desempeñó por cuatro años. En ese periodo trajo a la selección juvenil de Colombia, a River Plate de Argentina, a Los Harlem Globetrotters y organizó un campeonato nacional.

Su gestión no pasó desapercibida. Cuando hubo elecciones en la FDA le candidatizaron y en la votación se impuso a Saúl Vásquez. “Sorpresivamente le gané gracias a que vivía en Cuenca y era más conocido de las bases. Saúl por sus ocupaciones estaba más en Quito”.

De todos sus años como dirigente se queda con los triunfos de los deportistas. Recuerda que cuando estaba en los Juegos Nacionales de Esmeraldas -donde Azuay logró la mayor cosecha de medallas en su historia- coincidió que Jefferson Pérez consiguió la medalla olímpica en Atlanta, el 26 de julio de 1996. “La vimos ahí de madrugada en una pantalla en la televisión, fue espectacular”.

No obstante, uno de sus mayores logros fue conseguir para Cuenca la sede de los Juegos Sudamericanos en 1998. “No fue nada fácil… Tuvimos como rival principal a La Paz que había comenzado la campaña mucho antes que nosotros”.

Cuando le dieron la confirmación de la sede “primero llamé a mi casa a contar la novedad, luego dije: por favor, a mí déjenme simplemente entrar a la piscina del hotel y quedarme ahí, acostado en el agua, un poco para que me baje toda la emoción, toda la adrenalina que se había acumulado hasta ese momento”.

Entre los momentos amargos que tuvo que lidiar reseña la ausencia al infinito de algunos deportistas como Edwin Sacoto. “Fue un extraordinario tenista de mesa, uno de los mejores, con medallas incluso sudamericanas y más. Cuando era un dirigente estudiantil, con gran futuro, sufrió un cáncer que le llevó muy tempraneramente a la tumba”.

Los logros de los deportistas, la infraestructura e implementación deportiva que obtuvo Cuenca con la organización de certámenes nacionales e internacionales, Cañizares los endosa al trabajo mancomunado de personas que se entregaron por completo a la causa sin buscar segundas intenciones.

El miércoles 15 de junio a las 12:00, en la explanada del Complejo Deportivo Bolivariano, recibirá un homenaje de parte del Comité Cívico Deportivo integrado entre otras personalidades por Xavier Muñoz, Eugenio Neira, Juan Carlos Crespo, Guifor Trujillo, Galo Cabrera, Rafael Guamán.

Detalles

  • Ernesto Cañizares fue presidente de la Federación Deportiva del Azuay entre 1984 y 1988 y entre 1992 y 1996. Fue presidente de la Federación Ecuatoriana de Ciclismo entre 1988 y 1992. Fue director general de los Juegos Sudamericanos Cuenca 1998.
  • Fue uno de los fundadores y presidente de la Sociedad de Historia de la Medicina. Hasta ahora forma parte de la Comisión de Historiadores de la Facultad de Ciencias Médicas.
  • Su esposa Ligia Peñaherrera fue seleccionada provincial de baloncesto; su hijo Xavier fue seleccionado provincial y nacional de ciclismo, incluso estuvo en los Juegos Bolivarianos – Cochabamba 2018. Sus nietos también practican atletismo y fútbol.