Protesta y las redes sociales

La movilización indígena, de forma acelerada polariza al país. Y esto es grave, y grave mucho más por cuanto, según declaraciones de ciertos dirigentes indígenas, a más de no interesarles el diálogo, en el fondo quieren derrocar al gobierno.

Otro punto, y de alguna manera peligroso, es el avivamiento del odio expresado en redes sociales. Nada más revisarlas para darse cuenta de las malquerencias; de racismo, incluso; de resentimiento social, de poco seso para argumentar una u otra situación, de desmemoria colectiva, ni se diga de ignorar la ley, peor la economía, devenida en simplismo, como si todo fuera decir dos más dos igual cuatro, y punto.

A estas alturas, a pocos no les interesarán los efectos económicos, sociales y aún políticos de la movilización, atizada, no tanto por las reivindicaciones planteadas, sino con otros fines, entre ellos, tumbar al gobierno.

La mayoría de ecuatorianos ha tomado partido. Esto también lo reflejan las redes sociales. Con las excepciones de rigor, no se debate ni se confronta con razones. Son, pues, reacciones viscerales, enconadas, y esto es peligroso.

¿Ecuatorianos contra ecuatorianos? ¿Indígenas contra mestizos? ¿Mestizos contra indígenas? Los movilizados, ¿contra quienes quieren trabajar, y son los más? Entidades públicas, la Defensoría del Pueblo, por ejemplo, y algunas ONG, ¿preocupadas por los derechos de los manifestantes, así lo hagan cerrando vías, incendiando vehículos del Estado y hasta particulares, pero impertérritas ante quienes sufren las consecuencias del vandalismo? Estos últimos, ¿acaso no tienen derechos?

La polarización podría agravarse. La radicalización de la protesta pondría en jaque al país, a lo mejor devenir en enfrentamientos unos contra otros.

Es la hora de la sensatez. Entendiendo la realidad del país, no de utopías, es hora de dialogar, “aunque eso nos cueste”.