Muñeco de pastel

CON SABOR A MORALEJA Bridget Gibbs Andrade

El 5 de enero del 2021, en el fragor de la campaña electoral, Alfredo Borrero Vega siendo candidato a la vicepresidencia de la República, ofreció concentrar sus esfuerzos en atender la salud de los ecuatorianos si ganaba las elecciones junto a su binomio. En un diario digital, transcribieron sus palabras: “Vamos a dedicarnos, fundamentalmente, al tema de la salud. Es decir, vamos a elevar la salud al nivel de la vicepresidencia. Manejaremos un sistema de salud diferente, anteponiendo la medicina preventiva a la medicina curativa”. Y ahí quedó todo…

Son encomiables las palabras del vicepresidente, pero, sinceramente, yo no lo veo en ninguna parte. Ustedes me dirán, pero si estuvo aquí la semana pasada entregando el aeropolicial que contribuirá a la seguridad del austro del país. Sí, es verdad, pero y el sistema de salud corrupto y deficiente, la falta de medicamentos y sus negociados, el interminable vía crucis al que siguen sometidos los afiliados del IESS para obtener un turno, ¿qué ha hecho al respecto con todo esto? Supuestamente llegó a la vicepresidencia con un plan esbozado y estudiado de antemano para ponerse a trabajar al día siguiente de asumir el cargo.

“Vamos a hablar de un Sistema Nacional de Salud en donde converjan los hospitales del Ministerio de Salud Pública, el IESS, las casas de salud de las Fuerzas Armadas, de la Policía Nacional, hospitales privados y la medicina tradicional, para que el ciudadano sea el centro de atención y se beneficie con un servicio de óptima calidad y pueda acceder a él con todas las facilidades del caso”, siguió diciendo.

El que un funcionario o personaje público pertenezca a una familia reconocida, a las que pertenecemos la gran mayoría de cuencanos, no lo exime de que sus actividades públicas sean escrutadas abiertamente. Así sus parientes cercanos se incomoden. Cuando los hechos lo ameritan, hay que poner los puntos sobre las íes. Decir lo que se piensa. Opinar con objetividad.

Señor vicepresidente, además de ser médico, usted cuenta con un diplomado en Administración de Salud obtenido en Harvard. Le restan tres largos años. ¡Qué espera! Póngase a trabajar. Cumpla la única promesa que hizo. La de reformar el sistema de salud ecuatoriano. A no ser que quiera ser recordado como un buchipluma como nuestro alcalde, o como el muñeco de pastel, que ni suena, ni truena. (O)