Tras 18 días de paralizaciones el país suspiró cuando se firmó el Acta por la Paz. Tres semanas durísimas para los cuencanos que tuvimos que vivir desabastecimientos, especulación de precios, escases de combustibles, bloqueos y para rematar un paro de transportistas.
Resulta que el gremio de los taxistas le dio por “solidarizarse” con el sector indígena y se sumaron a las protestas. Alegaban que la vida está cara y que el precio de los combustibles les afecta. Y claro, como rechazo se les ocurrió cerrar las vías. No les importó que en ese momento atravesábamos una crisis profunda, simplemente cerraron y listo.
Los principales voceros decían que la marcha era pacífica y que es su manera de manifestarse. Empero, en videos se pudo ver como sujetos lanzaban piedras a carros particulares o colocaban alambres para impedir el paso de motos o bicicletas. Indolentes con el resto de los ciudadanos que debían llegar a sus trabajos, a citas médicas, a reuniones o alguna emergencia. Paralizaron todo y por su puesto los locales comerciales tuvieron que cerrar.
Pero les tengo unos datitos. El sector de la transportación ha recibido una serie de beneficios. Exoneraciones de impuestos, tarifas especiales, descuentos para el cambio de unidades, bonos por chatarrización, capacitaciones, entre otros. Han sido bien trataditos.
Y cuidado que aparezca la competencia. Han buscado todas las formas jurídicas para impedir que aplicaciones de movilidad como Uber, Indriver o Cabify operen con libertad. Acusan que los conductores de esas plataformas no son profesionales, por lo que no se ofertaría un buen servicio.
En este contexto, el alcalde de Cuenca anunció que sancionará a las cooperativas que interrumpan el servicio público, pero esas declaraciones al parecer no les afectó en lo mínimo. En definitiva, son intocables.
