Argentina se rinde

Édgar Plaza Alvarado

   Gran Bretaña avanzó casi imparable sólo acosada por la Fuerza Aérea argentina que, en medio de sus limitaciones, hundió 9 naves enemigas y dañó severamente al portaviones Invencible, acción que los ingleses se niegan a reconocer hasta hoy y está tachada de información clasificada. Inentendible que 40 años después no se sepa la verdad.

   Sin medios adecuados para enfrentar a enemigo tan poderoso, Argentina hizo lo que pudo. Desarmaba un avión inoperable para hacer funcionar otro. Los misiles franceses Exocet –poco conocidos antes de la guerra y cuyo valor era de 250 000 dólares, para al final de la guerra ascender a 1 000 0000—iban acabándose y no tenía la debida reposición pese a que Ecuador y Perú le entregaron este armamento y el segundo país hasta aviones, inclusive desearon pilotearlos. La primera ministra Margaret Thatcher ejerció presión en el gobierno francés e incluso, se dice, amenazó con bombardear atómicamente a París si Francia no suspendía la entrega de misiles a Argentina que por convenio debía hacerlo. La jugada peruana por adquirir amañadamente este armamento para dárselo a ellos, también fracasó por acción del espionaje británico.

   Sin resistencia, primero se apoderaron de las islas Georgias del Sur en donde establecieron un cuartel general en tierra. Luego tomaron Puerto Argentino, capital de las Malvinas, sin oposición de la armada argentina que días antes había sufrido el hundimiento del acorazado General Belgrano por un submarino atómico. Murieron más de 300 marinos, barbarismo que después reconocieron como equivocación. Los conscriptos de no más de 20 años botaron los fusiles, bajaron de los puestos de combate y se rindieron cansados, hambrientos, casi ateridos, desmotivados, en junio de 1982. Allí fueron molestados sexualmente por los británicos. 

   “La batalla por Puerto Argentino ha finalizado”, comunicó el general Galtieri. En toda Argentina la ira, la repudia, el despecho y la impotencia salieron a las calles y la dictadura, que pocos meses antes lucía inderrumbable, cayó.  (O)