Hasta el viernes 5 de agosto las organizaciones políticas nacionales, provinciales, cantonales y parroquiales interesadas en participar en las elecciones del 2023 realizaron sus ejercicios de democracia interna. Debieron definir a sus candidatos de una forma participativa previo a su inscripción. Las reformas electorales vigentes desde el 3 de febrero de 2020 exigen que las listas estén encabezadas por mujeres en un 30 % y que incluyan el 25 % de jóvenes, con el objetivo de promover su participación en todos los procesos democráticos del país.
Los nombres escogidos e inscritos en las elecciones primarias no siempre terminan siendo los que vemos en las papeletas el día del sufragio. Las reglas electorales son permisivas al momento de aplicarse. No exigen un mínimo de militancia de los posibles candidatos a la organización política que los patrocina.
Las elecciones primarias deben garantizar la democracia interna de todas las organizaciones políticas, facilitar el voto de sus afiliadas y adherentes en igualdad de condiciones y sobre todo respetar los requisitos que exige el órgano electoral de acuerdo al Código de la Democracia. Al final los ciudadanos eligen entre quienes constan en la papeleta. Si hubiese una verdadera democracia, los candidatos deberían ser electos por la ciudadanía directamente. Seguimos dudando de los procesos de democracia interna. (O)
